10 octubre 2006

La Universidad que tenemos

Hoy la UCV está en poder de una red clientelar, una élite seudo-académica que impone un filtro de clases o pruebas internas para mantener en minoría y en futura nulidad al pueblo pobre dentro de ella.

La comunidad estudiantil entrega sus derechos bajo el pretexto de que la política es una pérdida de tiempo. La intimidación hacia los críticos del sistema es regla general en las aulas.

Bajo la sombra de una contratación flexible, profesores progresistas deben mantener la boca cerrada para mantener el salario.

Los luchadores sociales más comprometidos se turnan en dos frentes de batalla: el primero, evitar que la democracia bolivariana y la esperanza del socialismo sean destruidas por el fascismo; y el segundo, resistir el cerco hegemónico de la extrema derecha que se refugia en su último bastión, el “claustro universitario”.

El movimiento obrero universitario, siempre activo, lamentablemente se encuentra estratificado convenientemente en empleados y obreros y sus luchas económicas no están articuladas con el movimiento estudiantil, que de manera vergonzosa los rechaza de forma mezquina.

Muchos dirigentes estudiantiles, cegados bajo el espejismo de que únicamente se puede hacer política desde una federación o centro de estudiantes, se pelean entre ellos por dichos espacios, mientras en los consejos universitario y de facultad las autoridades pasan la aplanadora con su mayoría forzada a los pocos representantes estudiantiles que mantienen una voz disidente.

Orbitando alrededor de estas guerras locales inducidas desde arriba existe toda una generación de futuros dirigentes nuevamente confundida entre dos caminos: la desviación politiquera o la frustración de estudiar para graduarse de una vez.

Las autoridades monopolizan los medios de comunicación como Correo Universitario, Hora Universitaria y UCV-024, que sirven como velo a las profundas contradicciones que asechan en todos los rincones de nuestra casa de estudios.

Un nuevo elemento se suma a este panorama: una vigilancia desvirtuada en aparato represivo, que recorre la universidad con sus motos y jaulas de forma amenazadora, bajo el pretexto de proteger al patrimonio. Su consigna: “resguardar al cemento y al acero y desechar al ser humano”. Los horarios de cierre nos atrapan cada día más en las mañanas. En las tardes y fines de semana la UCV es un desierto.

Los espacios físicos se privatizan paulatinamente, entregados a la banca privada. Por todo se cobra, todo tiene un precio, pero las autoridades nunca rinden cuentas. La autonomía que levantan como bandera se cae a pedazos al evidenciarse claramente su compromiso politiquero y su directa vinculación con partidos antidemocráticos.

Ésta es una reflexión para los que repudiamos las injusticias, para los que el silencio y la soledad asfixian.

La distancia entre lo que queremos (pensamos, sentimos) y lo que, según los paradigmas sociales, debemos hacer, nos sitúa en un mar de contradicciones. Ante tales encrucijadas, podemos evadir los descubrimientos para conservar la estabilidad y continuar la senda habitual. No tener que alterar las viejas concepciones ni reordenar las ideas resulta más cómodo y evita colocar en tela de juicio parte del camino andado.

Pero una vez que se producen los hallazgos, lo peor que podemos hacer es maquillarlos, mimetizarlos con la ya conocido, para evitar reconocerlos.

Identificar las incongruencias significa diferenciarnos de la “cosas” que se dejan llevar por el vaivén del oleaje. Es poner en ejercicio el carácter humano de actuar con conciencia. Detenernos ante los obstáculos del camino, resistirnos a ellos, comprenderlos y transformarlos.

Generaciones enteras han luchado y preparado el camino para los retos actuales. Nuestro deber ahora es asumir el relevo e interrogar al pasado. Explorar las derrotas y determinar la estrategia del enemigo. Quitar el vendaje y la mordaza del miedo a nuestros compañeros y que ellos nos quiten las nuestras. La invitación es a actuar y a compartir, a teorizar y a realizar prácticas que permitan abrir un abanico de lucha y de gloria.
Comité por la Universidad Popular

30 julio 2006

Te invitamos a usar nuestro libro de visitas

Con el fin de enriquecer el debate que se ha venido dando a través de la "Pregunta del mes" sobre la propuesta de Reglamento de Permanencia que pretenden imponer las autoridades de la UCV, así como sobre otros temas relacionados con el sistema universitario, ponemos a tu disposición nuestro libro de visitas, en el que podrás plasmar tu opinión de una manera fácil y rápida, además de colocar tu nombre, dirección de correo y página web, si así lo deseas. El "Libro de visitas" está ubicado en el menú derecho del blog, debajo de la "Pregunta del mes".

Los comentarios emitidos con anterioridad han sido colocados en el libro de visitas, para evitar la dispersión de las opiniones en distintos espacios del blog. En este sentido, agradecemos su utilización para transmitirnos cualquier inquietud. Queremos con esta nueva herramienta recoger las ideas y opiniones de quienes constantemente nos visitan.

Gracias por tu colaboración.

Comité por la Universidad Popular

12 julio 2006

Victoria estudiantil (Allí estuvimos)

Informe al Consejo Universitario. Miércoles 12 de julio de 2006
Emitido por el Vicerrectorado Académico

Reunión con estudiantes y Coordinadores de Unidades de Asesoramiento Académico en el auditórium de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, el día viernes 7 de julio, a fin de intercambiar ideas sobre la propuesta de modificación de las Normas sobre Rendimiento Mínimo de los Estudiantes de la UCV. En esa reunión, que contó con la asistencia de más de 130 estudiantes, éstos formularon muchas críticas a las citadas normas e insistieron en la necesidad de discutirlas en las distintas Escuelas y Facultades, antes de que se debatan en el Consejo Universitario.
Además, cabe resaltar que en el cuestionamiento a la referida normativa se hizo hincapié en que la institución tiene la obligación de ocuparse prioritariamente de diversos factores que inciden en el rendimiento y el desempeño académico estudiantil, entre ellos, la formación y la responsabilidad docente, la dotación de bibliotecas, laboratorios y centros de computación, apoyo socio-económico y el mejoramiento del servicio de comedor.
El Vicerrector expresó su compromiso de proponer al Consejo Universitario que la discusión de las mencionadas normas se realice después de que las mismas se debatan amplia y seriamente en las distintas Escuelas. Asimismo, ofreció su apoyo para realizar foros para debatir sobre el rendimiento estudiantil en las diferentes Facultades.

06 julio 2006

Acércate a Arquitectura y evita tu expulsión de la UCV

Una vez más la academia de la UCV se reúne a puerta cerrada con el fin de definir lo que es “mejor” para el estudiante.

Mañana 7 de julio a las 8:00 am, en la Facultad de Arquitectura, el vicerrector académico Eleazar Narváez dirigirá una discusión sobre la propuesta de rendimiento académico que desde hace días anda por los pasillos. Una propuesta totalmente inconsulta, porque no se discutió con los estudiantes. Una propuesta desconocida por la mayoría, pues no ha habido el interés de divulgarla. Apenas hay unas 50 copias rodando por la UCV, gracias a la iniciativa de algunos estudiantes preocupados por las implicaciones que tendría su aprobación.

Las razones de tal ocultamiento son obvias. Temen las diferentes respuestas que su contenido puede promover en el movimiento estudiantil, especialmente por la modificación en torno al artículo 3, o los conocidos Régimen (R), cuya acumulación en el transcurso de la carrera puede significar la expulsión de la UCV, aún estando en el último semestre.

Imaginemos que caemos en R por primera vez al inicio de la carrera (nos clavaron); luego, por segunda vez, a mitad de carrera (un profesor la agarró con nosotros); y por tercera vez en el último año (conseguimos un trabajo que nos dificultó estudiar). La solución de las autoridades para abordar nuestro rendimiento es la expulsión de la UCV.

La finalidad de esta reunión en Arquitectura, lejos de discutir, es dar un contorno de legitimidad a la propuesta. La invitación es muy reducida. Parece que le darán cachitos y todo a los invitados. Nos preguntamos:

¿Por qué no hacen este encuentro en el Aula Magna, donde cabemos muchas más personas?
¿Por qué será que sesiones tan importantes como éstas no son transmitidas en los televisores en las afueras de la Biblioteca Central?
Seguramente el hecho de ser expulsados o quedar bajo amenaza de expulsión en los próximos semestres no es algo que importe a los estudiantes.

Por todo lo expuesto, invitamos a los estudiantes de la UCV que seremos cruelmente atropellados por este reglamento, especialmente a los deportistas, a quienes realizamos actividades culturales, a quienes trabajamos, a quienes tenemos hijos y, en fin, a todos aquellos que creemos que el rendimiento estudiantil no se resuelve con represión, para protestar de forma pacífica en la afueras del auditorio de Arquitectura y exigir que nuestros puntos de vista sean escuchados.

NO AL NUEVO REGLAMENTO DE PERMANENCIA

Comité por la Universidad Popular
www.comiteup.blogspot.com
comiteup@yahoo.com

20 junio 2006

Propuesta alternativa para el mejoramiento académico en la UCV

Nosotros, como estudiantes ucevistas, comprendemos la necesidad de tomar acciones para mejorar el rendimiento académico. Sin embargo, éstas no pueden ser inconsultas y mucho menos a manera de receta para toda la universidad. En primer lugar, antes de hablar de un nuevo reglamento, debemos refle-xionar sobre los motivos del bajo rendimiento. Éstos, a nuestro juicio, son:
Primero: Pocas e insufi-cientes ayudas económicas. Vale destacar que las becas-ayudantías representan me-nos del 30% del salario mínimo.
Segundo: Ineficaces planes de residencias estudiantiles. Muchos de nuestros compañeros conviven con dos y tres personas en habitaciones de condiciones deplorables y costos superiores a los Bs.100.000 por persona.
Tercero: Nuestros espacios de estudio están confiscados por “razones de seguridad”, mientras que nuestros compañeros tienen que vagar por la universidad buscando un sitio adecuado para estudiar.
Cuarto: Ausencia de mecanismos transparentes de evaluación profesoral.
Quinto: Desactualización de la biblioteca y ausencia de los libros editados por la universidad, así como también de las guías que se compran en reproducción.
Sexto: El diseño curricular de la Universidad contradice el concepto de “Profesional Integral” establecido en la Ley de Universidades.

Por lo antes expuesto nos oponemos a hablar de cambiar un reglamento para resolver un problema cuyas causas no serán solventadas con lo reflejado en él, motivo por el cual, exigimos:
Realizar un estudio serio sobre la situación socioeconómica y académica de los estudiantes de la Universidad.
Crear Mecanismos Transparentes para la evaluación profesoral.
Total apertura de nuestros espacios de estudio (salones, auditorios, bibliotecas), incluyendo los fines de semana.
Adecuada dotación de los laboratorios de la Universidad.
Dotar a las bibliotecas de las guías y libros editados por la Universidad y cualquier otro material de apoyo necesario para la comprensión de las asignaturas, además de la actualización de los existentes.


...cada generación dentro de una relativa opacidad tiene una misión histórica, su deber es cumplirla o traicionarla...


Comité por la Universidad Popular
comiteup@yahoo.com

Que te boten de la UCV puede ser más fácil de lo que crees... Si lo permites, ¡claro!

PARTE DE LA PROPUESTA DEL CONSEJO UNIVERSITARIO PARA “MEJORAR” EL RENDIMIENTO ESTUDIANTIL CON LÁTIGO

Artículo 8
“Todo alumno que en un período académico apruebe menos del 50% de la carga académica inscrita al inicio del período lectivo, deberá participar obligatoriamente en el programa especial de recuperación establecido en estas normas, salvo en el caso descrito en el articulo 14 de las mismas.” (EN EL ARGOT FUTBOLISTICO EN BOGA….FALTA).
Artículo 11
“El alumno que al final de un período de recuperación nuevamente apruebe menos del 50 % de la carga inscrita en el período lectivo, no podrá inscribirse en la Universidad Central de Venezuela en los dos periodos lectivos siguientes…” (TARJETA AMARILLA ¡FUERA POR UN AÑO!)
Artículo 14
“ El alumno que por tercera vez durante la carrera apruebe en un período académico menos del 50 % de la carga académica inscrita al inicio del período lectivo, no podrá inscribirse más en la misma Escuela de la Universidad Central de Venezuela ”. (TARJETA ROJA, ¡FUERA DE LA FACULTAD PARA SIEMPRE!)

UNA REFLEXIÓN NECESARIA
Si establecemos la comparación entre el Articulo 11 con el Articulo 6 del antiguo reglamento que dice: “El alumno que la final del semestre de recuperación no alcance nuevamente a aprobar el 25% de la carga académica que cursa o en todo caso aprobar por lo menos una asignatura, no podrá reinscribirse en los dos semestres siguientes”, notamos que:
1.- Se sustituyen las palabras carga académica por carga inscrita. Esto quiere decir que al final del semestre, para contabilizar este 50%, van a tomar en cuenta las materias retiradas. ¿Qué quiere decir esto?, que si inscribimos 3 materias y retiramos 1, y por mala suerte raspamos otra y pasamos una solamente, la suma de la retirada y la raspada pueden dar más del 50%. Quiere decir que caemos en norma y corremos el riesgo de ser botados o de quedar fuera si caemos en el artículo 11 y 14.
2.- El Consejo Universitario nos quiere vender esta normativa como solución al bajo rendimiento universitario y algunos estudiantes podrían estar de acuerdo con esto. La verdad es que, en el Consejo Universitario, desean deshacerse de quienes tienen problemas económicos, trabajan, hacen deporte, viven lejos, están casados o son responsables de familia, quienes realizan actividades culturales o políticas y de todos aquellos que vemos la educación más allá de los conocimientos impartidos en clase y apostamos a una formación integral.
En el fondo nos quieren convencer de que nuestra única finalidad es estudiar lo impartido en las aulas y forzarnos a no tener una vida aparte de los estudios y mucho menos la posibilidad de pensar diferente.
Adicionalmente no se ha planteado mejorar a quienes enseñan, su forma de enseñar y su manera de evaluar. Por el contrario, se ataca a “los estudiante” pues, según ellos, somos los únicos que estamos mal, lo que justifica aplicar medidas autoritarias sobre nosotros, cuando lo importante debería ser corregir las causas del mal rendimiento.
Condenamos categóricamente este reglamento por ser reaccionario, por no ir al fondo del problema y criminalizar a los estudiantes, pretendiendo castigarnos por una culpa que no es sólo nuestra sino en gran medida de los profesores y de este sistema que nos quiere convertir en un producto que se compra y se vende, donde nuestro precio de venta es la calificación y el permiso para vendernos lo firmamos con nuestro silencio.
A cinco años de la heroica toma de la sala de sesiones del Consejo Universitario... Su lucha HOY sigue vigente...


Comité por la Universidad Popular

18 junio 2006

REGLAMENTO DE PERMANENCIA PROPUESTO POR LAS AUTORIDADES

EL CONSEJO UNIVERSITARIO DE UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

En uso de la facultad que le confiere el numeral 21 del Artículo 25 de la Ley de Universidades vigente, dicta las siguientes:

NORMAS SOBRE RENDIMIENTO DE LOS ALUMNOS DE PREGRADO DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA.

Artículo 1 Las presentes normas tienen por objeto favorecer y estimular el rendimiento académico estudiantil, así como definir los requerimientos académicos mínimos que deben cumplir los alumnos de pregrado de la Universidad Central de Venezuela, para permanecer con tal carácter en la institución.

Artículo 2 La Universidad Central de Venezuela por órgano de su Facultades y Escuela y bajo la coordinación del Vicerrectorado Académico, diseñara políticas y ejecutará programas sistemáticos adecuados para estimular el rendimiento estudiantil y prestar asesoramiento y asistencia a los alumnos con rendimiento deficiente. A estos fines el Vicerrectorado Académico determinará las especificaciones de estos programas.

Articulo 3 Las Facultades y Escuelas establecerán actividades y estímulos destinados a promover la dedicación al estudio y a recompensar los resultados sobresalientes. Para estos efectos podrán tener en cuenta: el índice de eficiencia; el promedio ponderado por período o a lo largo de la carrera; la participación en actividades académicas y cualquier otro criterio que, a su juicio, se considere adecuado para el estímulo de un mejor rendimiento académico.

Artículo 4 Todo alumno de la Universidad Central de Venezuela deberá lograr un rendimiento académico no inferior a los limites mínimos establecidos en las presentes normas, como condición para permanecer con tal carácter en la Universidad.

Artículo 5 Todo alumno que en un período académico apruebe menos del 50 % de la carga académica inscrita al inicio del período lectivo, deberá participar obligatoriamente en el programa especial de recuperación establecido en estas normas, salvo en el caso descrito en el artículo 14 de las mismas.

Parágrafo Primero: se define carga académica inscrita como el número de asignaturas inscritas al inicio del período lectivo, o bien, como el número de asignaturas inscritas al inicio del periodo lectivo, o bien, como el número total de créditos de las asignaturas inscritas al inicio del período lectivo, en aquellos regímenes que utilicen las unidades créditos como referencia.

Parágrafo Segundo: cuando en el cálculo del porcentaje de carga académica aprobada se obtenga un número fraccionado igual o superior a cinco décimas, se tomará el número entero inmediato superior.

Artículo 6 La Unidad de Asesoramiento Académico de la Escuela, organizará, con la aprobación del respectivo Consejo, las actividades de orientación y recuperación para los alumnos incursos en el supuesto establecido en el artículo 5. A tal fin recibirá el apoyo de los Servicios de Orientación de la Unidad.

Artículo 7 Para los fines de su recuperación, el alumno será asignado por el Decano o por quien él delegue, a proposición de la Unidad de Asesoramiento Académico, a un Profesor Consejero.

Parágrafo Primero: El Profesor Consejero para el cumplimiento de sus funciones, podrá contar con la cooperación de Estudiantes Asesores Académicos, los cuales serán debidamente entrenados para tales fines.

Parágrafo Segundo: el mecanismo de selección, evaluación y estímulo de los Estudiantes Asesores Académicos, así como sus funciones son los establecidos en ele Reglamento de Asesoría Académica de la Universidad Central de Venezuela.

Parágrafo Tercero: en caso de incompatibidad en las relaciones entre el alumno y el Profesor Consejero asignado, cualquiera de los dos podrá pedir cambio de Profesor Consejero mediante solicitud escrita y razonada ante la Unidad de Asesoramiento Académico, en el lapso establecido por esta instancia para ello.

Articulo 8 El Profesor Consejero tendrá las siguientes funciones:

Asesorar al estudiante en la selección de asignaturas o unidades curriculares a cursar y autorizar su inscripción en el período lectivo siguiente, así como el retiro de asignaturas.
Fijar entrevistas con el alumno con la frecuencia que estime necesario.
Llevar un expediente de cada alumno que le haya sido asignado, con indicación de su asistencia a las entrevistas, los problemas que haya planteado el estudiante y las soluciones sugeridas.
Evaluar las posibles causas de las dificultades de rendimiento del alumno y buscar, con la cooperación de la Unidad de Asesoramiento Académico, asistencia para que las supere.
Determinar las actividades a desarrollar por el Estudiante detectadas en cada una de los alumnos en su supervisión.
NO SALE EN LA COPIA.
Presentar al final del periodo un informe sobre cada alumno a la Unidad de Asesoramiento Académico. Este informe deberá contener todo lo relativo a:
- Reuniones realizadas.
- Posibles causas del bajo rendimiento del estudiante.
- Plan de recuperación sugerido y a la medida en que fue cumplido por el estudiante.
- Resultado de la actuación académica del estudiante al finalizar el periodo lectivo.

Artículo 9 La función del Profesor Consejero es de obligatoria aceptación por parte del profesor y le será reconocida como tiempo de dedicación a la institución, según lo establecido en el Reglamento de Asesoría Académica.

Artículo 10 La unidad de Asesoramiento Académico de cada Escuela llevará un control de las actividades del Profesor Consejero, mediante la apertura de un registro donde se dejará constancia del estudiante asignado a cada profesor, el informe académico elaborado por éste y los resultados obtenidos por el estudiante al final del periodo. Esta documentación formará parte del expediente del estudiante.
Artículo 11 El alumno que la final de un periodo de recuperación nuevamente apruebe menos del 50 % de la carga inscrita al inicio del período lectivo, no podrá inscribirse en la Universidad Central de Venezuela en los dos períodos lectivos siguientes si cursa una carrera bajo el régimen semestral, en el período lectivo siguiente si cursa una carrera de régimen anual. Pasado ese tiempo, el estudiante deberá inscribirse en la Escuela donde realizaba estudios sin más requisitos que los trámites administrativos usuales. De no hacerlo en esa oportunidad, se considerará desincorporado. Su reincorporación se hará siguiendo lo establecido en el Reglamento de Ingreso de alumnos a la UCV.

Artículo 12 Una vez inscrito según el artículo anterior, el alumno podrá solicitar el cambio de Escuela, previo informe favorable del Profesor Consejero y de la Unidad de Asesoramiento Académico de la Escuela de Origen y la aceptación del Consejo de la Facultad a la cual solicita el traslado. Las Facultades deberán asignar a cada período académico un 2% de cupo para los alumnos en esta situación, en cada una de las Escuelas.

Artículo 13 El Consejo de Facultad podrá autorizar, en casos excepcionales, la inscripción inmediata de los alumnos que se encuentran en los supuestos del artículo 11 de estas Normas, previa solicitud oportuna del interesado y previos informes favorables y razonados del Profesor Consejero y de la Unidad de Asesoramiento Académico, así como la opinión favorable del Consejo de Escuela. Para estos fines se tomará en cuenta la forma como el estudiante haya cumplido su programa de recuperación.

Parágrafo Único: el alumno que desee solicitar su inscripción inmediatamente según lo previsto en este artículo, deberá entregar conjuntamente con la respectiva solicitud, a la Unidad de Asesoramiento Académico, los recaudos que demuestran que su bajo rendimiento no es imputable a causas académicas.

Articulo 14 El alumno que por tercera vez durante la carrera apruebe en un período académico menos del 50 % de la carga académica inscrita al inicio del período lectivo, no podrá inscribirse más en la misma Escuela de la Universidad Central de Venezuela.

Parágrafo Único: el Consejo de Facultad podrá autorizar, en caso excepcionales, la inscripción inmediata del alumno que se encuentre en los supuestos del presente artículo, previa solicitud oportuna del interesado y previos informes favorables y razonados por el Profesor Consejero y de la Unidad de Asesoramiento Académico conjuntamente con la respectiva solicitud, los recaudos que demuestren que su bajo rendimiento no es imputable a razones académicas.

Articulo 15 El consejo Universitario podrá dictar, a proposición de las respectivas Facultades, disposiciones especiales para adaptar estas normas a las características académicas peculiares de una Escuela determinada.

Articulo 16 Las presentes normas se aplicarán en todas las Escuelas de la Universidad Central de Venezuela, a partir del periodo académico inmediato a la aprobación de las mismas.

Artículo 17 El Consejo Universitario procederá, a través de la Comisión Central de Unidades de Asesoramiento Académico, a evaluar periódicamente la aplicación de esta normativa.

Artículo 18 Se derogaran las Normas sobre Rendimiento Mínimo y Condiciones de Permanencia de los alumnos de la Universidad Central de Venezuela aprobados el 14 de julio de 1982.

Lo no previsto en estas normas será resuelto por el Consejo Universitario.
Tomado de: UCV Facultad de Ingeniería 06 de Abril 2006, Secretaria del Consejo de Facultad.

16 junio 2006

Inteligencia en contra

Héctor Soto
Viceministro de Cultura para el Desarrollo Humano
Profesor Asociado


Intentar explicar la conducta de sectores universitarios frente a la revolución, sin analizar el origen de ese comportamiento, conduce a un diagnóstico incompleto. No se trata de que la otrora Universidad combativa, crítica, y antiimperialista ya no lo sea por simple “traición” a viejos ideales, incomprensión o que esa posición sea espontánea: es el producto de un trabajo planificado, para América Latina, y especialmente concretado en Chile, Colombia, Argentina y Venezuela.

Después de la segunda guerra mundial las orientaciones en materia cultural y educativa fueron dirigidas por los “triunfadores” en función del capital imperialista y sus necesidades. Rudolph Atcon, asesor del gobierno norteamericano para América Latina desde el Departamento de Estado, la OEA y la ONU, diseñó el modelo que ya fue denunciado en 1980 por un grupo de Venezolanos (“El modelo tecnocrático de la educación superior en Venezuela”, Quintero, M. y col., 1980). El Plan Básico o “Plan Atcon” (1960 y 1970) fue disciplinadamente concretado en Venezuela (con paralelos en el mundo: el "Plan Karachi", en Asia (1959-60), el "Plan Addis Abeda", en Africa, (1960-61)

Se trazó un plan de reformas que incluyó la privatización, el alza de matriculas, la represión al estudiantado y al profesorado. Se redujeron los aportes del estado, y el número de años de estudio -para sacar mano de obra rápidamente por medio de carreras “cortas”, educación a distancia, flexibilización de programas y la creación de Universidades para poner en marcha el “Plan Básico” que consistió en:

Disminuir la importancia de las humanidades, las ciencias sociales y toda materia que sirviera para analizar críticamente la sociedad, a cambio de un programa de orientación tecnocrática y pragmática. La idea fue “convertir” la Universidad Pública en una institución de formación tecnológica, para lo cual debía elevarse a status de científico y profesional las áreas tecnológicas. Se promovió entonces la educación tecnológica de 1 a 3 años, y la proliferaron los Institutos Politécnicos y Colegios Universitarios.

Se promovieron estructuras curriculares individualizantes, con el conocimiento fragmentado, superespecializado, sin una visión integral de los problemas estudiados.

Se suprimieron “facultades” y se fragmentaron con la creación de numerosas “escuelas”, “institutos” y “centros”, muy “exigentes” que consumieron el tiempo de los investigadores y alumnos permitiendo el control político.

Se semestralizaron y hasta trimestralizaron las carreras para darle “vertiginosidad” al proceso educativo y mantener un permanente ciclo de inscribirse-evaluar-inscribirse y no dar tiempo a la reflexión.

Eliminaron las “secciones” o salones estables de estudiantes, para impedir que los alumnos se conocieran y establecieran relaciones afectivas y/o políticas.

Profundizaron el modelo unidireccional de “transmisión” de conocimientos y disminuyeron la construcción de saberes a partir de la experiencia compartida, reflexionada y analisada.

Se ejecutaron diversas estrategias para desmovilizar estudiantado, como los programas de extensión universitaria - poco pertinentes socialmente o de alcances limitados-, para ocupar el tiempo libre y se adelantaron campañas contra el movimiento de resistencia estudiantil, promoviendo las formas organizativas y la ideología corporativista.

Crearon nuevas universidades alejadas de los centrosw poblados para disminuir el contacto directo de los estudiantes con el resto de la sociedad.

Diseñaron arquitectónicamente las nuevas universidades para impedir los mítines y tener mayor control de los estudiantes: inexistencia de grandes auditorios, cafetines pequeños y dispersos, planta física con diseño de “tránsito” y no de “permanencia”, áreas verdes sin asientos ni facilidades para estar reunidos.

El horario fue restringido lo más posible al diurno, con transportes que vacían las universidades a una hora determinada.

En los años 80 cobra fuerza la tendencia mundial hacia la división internacional de la producción de conocimientos tecnológicos, y comienzan a “financiarse” proyectos de investigación en diversos países, cada uno de los cuales serían fragmentos aislados e inútiles por sí solos, pero que integrados si han sido útiles para los “financiadores”.

Vincularon a la universidad con el “aparato productivo” y así vimos las reuniones con los “empresarios” para “determinar y egresar lo que estos necesitan: cuadros al servicio de las clases dominantes, con la creación de grupos de investigación articulados a las líneas de desarrollo del nuevo orden neoliberal.

¡¡Toda una estrategia para aniquilar la conciencia social!!. Cuarenta y cinco años han pasado desde que comenzó a ejecutarse –y se ejecutó- este plan. Los profesores universitarios de hoy somos productos del mismo. Egresados de ese modelo, y luego dentro de la Universidad para seguir ejecutándolo. Seguramente la mayoría no es consciente de ello: la vida universitaria tiene sus ritos de encantamiento, y los privilegios contribuyeron a adormecernos (jornadas de trabajo cómodas, enormes beneficios socioeconómicos en comparación con el resto de la sociedad, intocabilidad escudada en una incorrecta interpretación del concepto de autonomía).

Estamos convencidos de que la discusión del tema universitario pasa por entender que nos enfrentamos al modelo de educación superior, impuesto desde Washington y a sus consecuencias y no a otra cosa. Lo extraño entonces no es que la mayoría de los “inteligentes” estén en contra de la revolución, lo asombroso es que una buena cantidad estemos trabajando a favor de esta.(*)

hectorsoto45@hotmail.com

15 junio 2006

¿Qué hacer con un profesor bruto?

Letras, del 19 al 25 de febrero de 1998
Idiot, n. A member of a large and powerful tribe whose influence in human affairs has always been dominant and controlling. The Idiot’s activity is not confined to any special field of thought or action, but “pervades and regulates the whole.” He has the last word in everything; his decision is unappealable. He sets the fashions and opinion of taste, dictates the limitations of speech and circumscribes conduct with a dead-line.
Ambrose Bierce, Devil’s Dictionary.

Idiota. n. Miembro de una vasta y poderosa tribu, cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo de pensamiento o acción, sino que «satura y regula el todo». Siempre tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas y la opinión del gusto, dicta las limitaciones del lenguaje y fija las normas de la conducta con un límite en el tiempo.
Ambrose Bierce, Diccionario del diablo.
El bruto, decía Florencio Escardó, piensa que solo existe lo que él conoce. No tiene nada más ese atributo, claro, pues el bruto es muy versátil. La persona de talento marcha por un corredor muy estrecho, mientras el bruto tiene a su disposición el amplísimo campo de maniobra del error, que en el medio académico es un «error disciplinado», como lo llamaba Michel Foucault. La estupidez, sin embargo, no se vuelve un problema sino cuando se instala en el poder. El necio con poder es una calamidad pública, como la mayoría de los gobernantes de cualquier época en cualquier país. Por eso un profesor bruto es un desastre, pues se multiplica en sus alumnos más idiotas. Los brutos se multiplican por contagio.
Te ofrezco algunas indicaciones. He estado cerca de gente muy bruta y he sobrevivido. No siempre con bien, pero he logrado sortearlos en más de una ocasión. Las derrotas, sin embargo, me han dado grandes enseñanzas que intentaré compartir contigo, para intentar evitártelas. Años de exposición a gente bruta fortalecen el carácter.
Ser bruto no es malo en sí mismo, por eso no lo prohíbe ninguna ley. Pero el principal y más grave problema del bruto cuando se mete a profesor es que está obligado a ser inteligente. El segundo paso es creérselo. La condición pasa de patética a gloriosa cuando el docente es bruto y además ignorante, lo que, como es de suponer, es lo más corriente. En el mejor de los casos solo conoce su disciplina, pero, como es obvio, el que solo conoce una disciplina no sabe de ninguna, porque ignora el contexto necesario para ubicarla y ubicarse, que es el único modo en que una disciplina es útil. El bruto profesor es, como ves, la peor especie de bruto. Pero de la gloria se pasa a la apoteosis cuando el bruto que que el inteligente es bruto.
Un modo de identificar al bruto es que nunca admite un error, pues el peor rasgo de la imbecilidad es creerse infalible. Pero si el diagnóstico es fácil, no lo es el trato. Primera dificultad: no se le puede decir que es bruto porque no está en condiciones de entenderlo, precisamente por bruto, pues si lo entendiera no sería idiota. Es la Primera Paradoja de Hernández: solo el inteligente sabe que es bruto. El profesor bruto piensa más bien, cuando piensa, que es inteligente solo porque es profesor y que todo alumno es estúpido solo porque es alumno. Ignora que el sistema educativo privilegia precisamente a los más imbéciles, pues se trata de un medio en que la monotonía sin iniciativas y la memorización abyecta son imprescindibles. Se cuelan inteligentes, como en todas partes, pero llaman la atención por lo infrecuentes y a menudo conflictivos. Los brutos suelen detectar temprano a los inteligenes menos precavidos y los expulsan sin apelación (ver «Internet maleducada» en Breve teoría de Internet).
Debes, pues, seguirle la corriente, como a los locos, porque la estupidez extrema que vengo prosando es una forma triste de locura. Repítele hasta las respiraciones. Eso lo hace sentirse seguro y no desatar sus terribles e inapelables mecanismos de defensa. Ni se te ocurra evocar elementos inquietantes como el principio de incertidumbre de Heisenberg, que no admitió ni Einstein, saca la cuenta. Ni menciones la teoría del caos o los fractales porque te metes en un lío insufrible. Si le llegas a exponer que la caída de una manzana y la no caída de la Luna se explican por la misma ley, va a creer que el bruto eres tú. ¡No lo hagas, por tu vida! Tienes que entrenarte para morderte la lengua ante ellos porque fueron los que por poco no le raspan un fósforo a Galileo; los que rechazaron a Lavoisier y mataron a Arquímedes. Así, pues, si el bruto te dice que los dinosaurios aterrorizaban al hombre y por eso la humanidad moderna extermina animales, por venganza, como le oí a cierta profesora de biología, brutísima, repite el disparate, así medien más de 60.000.000 de años entre el primer hombre y el último dinosaurio. Si una profesora de lingüística —esta la conservo en mi coleción porque era apoteósicamente bruta— te dice que el lenguaje popular carece de capacidad de abstracción, repítele eso letra por letra en el primer examen que le presentes. Ni se te ocurra evocarle los comentarios de Claude Lévi-Strauss sobre ese tema precisamente. Sería una metida de pata porque Lévi-Strauss sí es inteligente. Te lo digo yo que pagué caro el error con ella. Es más, alábale idea tan brillante. Amén de abstracta, claro. No le digas que la gente popular es más inteligente que ella aunque solo sea por el hecho de que ha tenido que serlo para sobrevivir darwinianamente en medio tan hostil como el hambre y la necesidad.
Hacerse pasar por bruto rinde importantes beneficios con esa gente porque entonces creen que eres un bruto más, monótono, maniático, abreviado, que es la versión que tienen de la normalidad. El único modo, pues, de sobrevivirlo es haciéndole creeer que estás de su lado porque piensa —cuando, insisto, piensa— que los inteligentes son los brutos, que es la Segunda Paradoja de Hernández. Pero hay una Tercera Paradoja de Hernández: simular ser bruto ante un bruto es ser, de hecho, bruto también. Por tanto, el único modo de sobrevivir a un bruto es exponiéndote como inteligente, lo que entraña graves consecuencias que suelen conducir a sucumbir ante él. Pero nadie ha dicho que ser inteligente es fácil, sobre todo si no tienes poder. Y si te toca un profesor inteligente disfrútalo, apréndele, discútele, aprovecha para que te saque de tus errores, o para sacarlo de los suyos, pues él sí está en capacidad de saber que se equivoca y de agradecer esas cosas; es inteligente, acuérdate. Un profesor inteligente es una fortuna, pero solo si tú también lo eres.

09 junio 2006

Crónica de otra tarde violenta

Es el martes 30 de mayo en la tarde, algo está pasando que atrae la atención de la comunidad universitaria: gritos, alboroto, gente corriendo, personas que se acercan para contemplar el bochornoso hecho de ver cómo, nuevamente, un vigilante de la UCV agrede físicamente a unas personas. Fueron metódicamente maltratados siguiendo el “procedimiento de rutina”; el empleado, que nuestra universidad contrató para protegernos, no estaba solo, lo rodeaban varios vigilantes uniformados y con todo el trabuco de seguridad: radios, motos, jaula y no se sabe qué más.
Pero afortunadamente la gente que espontáneamente los rodeó, evitó que los agredidos fueran secuestrados, como en tantas otras oportunidades ha pasado. El alboroto también atrajo a estudiantes concientes que cámara en mano grabaron la escena para que los hechos no quedaran impunes... y así será.
Seguramente se tratará de explicar los hechos acusando a las víctimas de ser consumidores e incluso traficantes; si así fuera, ¿Por qué un agente de la seguridad decide ponerlos en libertad, actuando como policía y juez? ¿Cuál es el procedimiento que establece el reglamento de seguridad de la UCV? ¿Acaso permite golpizas como procedimiento?
Lo más grave de todo es que este tipo de hechos se reitera desde hace mucho tiempo. Baste recordar el asesinato de Weimar Arias en enero del año pasado, que luego de una golpiza que le propinaron los guardias de la UCV, murió en su cama desangrado, ante el silencio cómplice de las autoridades de nuestra universidad y de los representantes estudiantiles de la FCU.
Analicemos un poco más: agentes de seguridad sin identificación pagados con los recursos del pueblo golpeando estudiantes; jaulas móviles para traslados a Sierra Maestra; radios, motos, bicicletas, circuitos cerrados de TV, policía privada (en Medicina, Odontología y el Banco de Venezuela); y nadie que se haga cargo de los abusos. Silencio cómplice de los que deberían, antes que ninguna otra cosa, garantizar la integridad de toda la comunidad universitaria. Y sigue habiendo robos, violaciones…
¿Es posible que no se den cuenta que no iluminar la salida a Plaza Venezuela o las áreas oscuras por las que transitan a diario los estudiantes del turno noche cuesta realmente poco frente a los gastos totales de seguridad? ¿Es posible que no entiendan que el restringir los horarios nocturnos de clases, genera más inseguridad y viola el derecho a estudiar de quienes trabajamos? Pero no seamos inocentes, sí lo saben y lo entienden, sólo que su intención no es velar por nosotros sino por sus intereses: cuidan sus negocios, generan inseguridad para intentar convencernos de que es necesario privatizarla (así lo hicieron en los estadios, primero apagaron las luces en los estacionamientos y redujeron el personal de vigilancia, para luego, ante el incremento de violencia, privatizar).
Hoy nuestras autoridades se llenan la boca con la palabra AUTONOMÍA, que tanta lucha y tanta sangre costó a nuestros compañeros y a la que defendemos con toda el alma. Pero no defienden la autonomía del libre pensamiento y la libre cátedra; no defienden el derecho de todos los que conformamos la comunidad universitaria (estudiantes, profesores y trabajadores) para que en pie de igualdad decidamos el destino de la universidad.
Cuidan su feudo: para que nadie se meta a revisar sus cuentas, ¡nooooo! ¡Autonomía, autonomía!, para que 1 voto de profesor siga valiendo por el de 40 estudiantes (violando la constitución y las leyes); ¡autonomía, autonomía!, para que las becas se decidan en secreto y a dedo, que los cupos arrebatados al pueblo con la artimaña de las pruebas internas sean repartidos de acuerdo a su “académico” criterio y a su antojo, que se privaticen cada día más espacios a cambio de quién sabe qué beneficios para la comunidad (pero seguro que para nuestros señores feudales sí hay beneficios).
Hoy las autoridades imponen con sus reglamentos, sistemas electorales, programas de estudio, horarios, privatización de los espacios y de la vida universitaria, toda una parafernalia represiva y academicista, que tiene por objeto no sólo preservar el status quo de quienes dirigen a universidad, sino el de quienes han oprimido a nuestro pueblo y quieren seguir haciéndolo.
Exijamos al rector París, a nuestras autoridades, a la FCU y a los centros de estudiantes que se expidan inmediatamente sobre los hechos del martes 30 de mayo, que den la cara, que sienten una posición clara, que se tomen todas la medidas necesarias para evitar los abusos contra la comunidad universitaria. ¡Basta de gastos en represión! ¡Basta de viajecitos de la FCU en defensa de posiciones partidistas, cuando en sus narices pasan cosas como éstas!

· Renuncia YA del Director de Seguridad de la UCV
· Investigación y castigo a los responsables y cómplices de las agresiones
· Difusión pública de los nombres de todo el personal de seguridad de la UCV
· Uniforme único para los miembros de la seguridad con su nombre visible y no removible
· Iluminación de los espacios públicos y en particular las zonas oscuras
· Constitución ya misma de una Mesa Técnica sobre Seguridad con la participación de toda la comunidad


Actívate-PRS
Comité por la Universidad Popular
Los de abajo
denunciaala_abucv@hotmail.com

01 junio 2006

Sobre los disturbios en la ULA

En vista de los acontecimientos ocurridos en la ciudad de Mérida, donde grupos estudiantiles utilizaron el campus de la Universidad de Los Andes (ULA) para provocar violentos disturbios, en su afán por crear frentes de choque estudiantil (es decir, USAR a los estudiantes para actividades violentas programadas) y provocar focos de desestabilización en todo el país, el Comité por la Universidad Popular expresa su posición.

Rechazamos de manera categórica los actos de violencia impulsados por los miembros del Movimiento 13 (M-13) en la ciudad de Mérida, quienes arremetieron contra la Guardia Nacional con armamento calibre 9 milímetros y sub-ametralladoras UZI, entre otros, e intentaron violar a una efectiva de la Policía de Mérida, a quien capturaron como rehén.

Denunciamos la preparación de un plan desestabilizador desde el seno de las Universidades, espacios que, por estar investidos de “autonomía”, están sirviendo a los grupos políticos de oposición para guardar armas y preparar acciones violentas que sólo buscan seguir generando muertos en nuestras calles, tal como ocurrió con el compañero Jorge Aguirre a las puertas de la UCV.

Alertamos a los estudiantes de las intenciones de ciertos grupos que andan a la cacería de jóvenes luchadores para colocarlos como carne de cañón en sus planes de violencia. Serán ustedes, y no ellos, quienes los lleven a cabo y quienes se verán envueltos en situaciones confusas, tal como ocurrió con algunos miembros del M-13 que luego debieron salir a los medios de comunicación a marcar su desacuerdo con las acciones impulsadas por su dirigente, Nixon Moreno, y a explicar el engaño del cual habían sido víctimas.

Apoyamos la postura marcada por la Federación de de Centros Universitarios de la UCLA y la Presidencia de la Federación de Centros de Estudiantes de la UPEL-IPB, principales universidades experimentales de la región Centroccidental del país, y de las diferentes organizaciones y colectivos estudiantiles de base (Frente Universitario Gayón FUG-Lara, Movimiento Estudiantil CONCIENCIA y Colectivo Alí Primera), los cuales se unen al rechazo de estas acciones.

Esperamos que otras organizaciones se sumen a este llamado de solidaridad y activen sus mecanismos de acción para responder, de modo efectivo, ante las pretensiones de grupos fascistas que no hayan cómo utilizar a los estudiantes para sus fines politiqueros. Además, consideramos importante la unificación del sector estudiantil para actuar, como cuerpo, ante la ola de hechos que se avecinan.


Comité por la Universidad Popular
comiteup@yahoo.com

15 mayo 2006

Los Derechos del Estudiante Universitario

IDEAS PARA MEJORAR NUESTRA EDUCACIÓN SUPERIOR
Levis Ignacio Zerpa
Profesor en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
de la Universidad Central de Venezuela

El presente texto corresponde a la transcripción revisada de la charla que dimos en el acto de recibimiento de los nuevos alumnos de Primer Año, en la Escuela de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, el día 28 de marzo de 1984. Este acto para nuestros nuevos estudiantes fue organizado por el Grupo Estudiantil Salvador de la Plaza, con la colaboración del Movimiento Participación Creativa; para ellos nuestro reconocimiento por su interés en divulgar estos temas y en trabajar por la formación de mejores abogados para Venezuela.

En primer lugar quiero agradecer a los organizadores del acto, la gentileza de permitirme conversar sobre un tema tan interesante como lo es el de los derechos estudiantiles y en un momento tan especial para la vida universitaria. Quizás la denominación no es adecuada, no se trata de emplear el tono de conferencia, quisiera sostener un diálogo, una conversación sobre algunas inquietudes que tengo respecto a estas cuestiones tan delicadas de los derechos estudiantiles; de manera que deseo se tomen mis palabras más como un intento de diálogo que como un conferencia con afirmaciones definitivas o muy elaboradas.

La inquietud sobre el tema de los derechos estudiantiles me surgió desde hace algún tiempo, teniendo oportunidad de expresarla el año pasado (1983) cuando se celebraron aquí en la Universidad Central de Venezuela, unas jornadas de las organizaciones de bienestar estudiantil y se me invito a hablar sobre algo que esta íntimamente vinculado con dicho tema: el problema del maltrato al estudiante.

Es mi deseo abrir una discusión en nuestra Escuela de Derecho, con mis colegas, con los estudiantes y con toda la comunidad universitaria, respecto a cuáles son los derechos que tiene el estudiante en su condición de tal. Por supuesto, la noción de derecho tiene como contrapartida la idea de deber, y habrá también la posibilidad en algún momento posterior de que analicemos los deberes estudiantiles. En esta oportunidad me referiré a los derechos; para su tratamiento, deseo hacer algunas precisiones y señalar ciertas idea básicas como fundamento de mi exposición.

—Los diez derechos que voy a proponer tienen una fundamentación constitucional y legal. No se trata de derechos de una sociedad ideal en la que yo pienso y quiero que se haga realidad en nuestro país, sino que ellos tienen fundamentación ahora dentro de la actual Constitución de la República y también en la Ley Orgánica de Educación y en la Ley de Universidades; es decir, se trata de verdaderos derechos que tienen fundamentación jurídica. Por supuesto, son interpretaciones de carácter personal que hago de tales textos, partiendo de la concepción que tengo sobre cómo debe entenderse la relación profesor-alumno y cómo debe asumirse la misión de la Universidad en este momento histórico que vivimos en Venezuela.

—Quiero destacar que, en especial, en una Escuela de Derecho que tiene por objeto la formación de abogados, la experiencia de la justicia debe ser algo cotidiano. Pienso que el abogado no se forma sólo estudiando la doctrina, la legislación y la jurisprudencia, ni analizando casos, sean estos ideales o reales. El abogado se forma, además, mediante el intimo y estrecho contacto con la justicia. El abogado requiere, para llegar a serlo en realidad, una sensibilización especial respecto a lo qué es justo y a lo que no lo es. Lo que distingue al verdadero abogado del simple manipulador de leyes es, precisamente, su conciencia de lo que es la justicia. De tal manera que la justicia, para quien se esta formando como abogado en una Escuela de derecho, debe ser una actividad constante, debe ser una experiencia, una vivencia diaria. Debe haber relaciones justas de los estudiantes con sus profesores, en todos sus aspectos y dentro de lo que es la vida diaria de quien estudia para ser abogado. Es ese contacto permanente con aplicación recta y adecuada de la justicia lo que nos despierta sensibilidad jurídica y nos permite llegar, a ser buenos profesionales de Derecho.

—Deseo llamar la atención sobre otra idea. En Venezuela es necesario fortalecer la democratización de las relaciones sociales; se requiere una gran insistencia sobre este importante asunto. Hemos venido observando un proceso interesante de cambio en esas relaciones; vemos como frente a un marcado autoritarismo ha surgido una reacción por parte de quienes la han padecido, la cual es conveniente destacar y fortalecer por su carácter democratizador y justo. Las relaciones sociales a las que me estoy refiriendo son las siguientes: las que se dan entre el Estado y los ciudadanos, entre los padres y los hijos, entre el marido y su mujer, entre los patronos y los trabajadores, entre los profesores y los estudiantes. Todas estas relaciones están caracterizadas por ser relaciones de poder, en ellas un término de la relación tiene la posibilidad de abusar de su poder, de no conducir la relación adecuadamente. A mi entender debe darse un serio proceso de revisión de esas relaciones, acentuándose su democratización electiva.

—Algunos signos positivos se han visto en los tiempos recientes, signos que las fuerzas más progresistas de la sociedad venezolana deberían tomar y profundizar. Como ejemplos pueden mencionarse: la reforma del Código Civil, que sin llegar a ser ideal o extraordinario, es un paso para establecer líneas nuevas de tratamiento en las relaciones entre los cónyuges; la Ley de Procedimientos Administrativos, que trata de llevar a un plano más democrático esa relación de poder que existe entre el ciudadano y la administración pública; la idea de la cogestión, que puede conducir a que las relaciones entre patronos y trabajadores tiendan a tomar un carácter más democrático. Pienso que la idea de la cogestión es muy rica, en consecuencia, ella debe ser analizada en la Universidad y ampliada en sus proyecciones democráticas; en ella debe fortalecerse la noción de representación y participación del trabajador, insistiendo en siguiente principio: en todos los centros de poder donde se tomen decisiones que afectan mis derechos, que afectan mi vida, debe existir un mecanismo que permita que yo este representado en él, pudiendo influir significativamente en la toma de tales decisiones.

—Conforme a estas ideas ¿qué pasa en las relaciones entre profesor y alumno?, ¿ha llegado a ellas el proceso de democratización o no ha llegado? Las respuestas a estas preguntas se vinculan a la idea de establecer si existen o no derechos de los estudiantes; se debe admitir que la conciencia que se tenga sobre la existencia de determinados derechos permitirá hacer exigencias sobre su cumplimiento y luchar porque ellos sean respetados. En este campo se debe partir de un principio fundamental: nadie que tiene el poder lo cede si sobre él no hay presión; por lo tanto, si el poder lo tiene el profesor y esto le permite atropellar, incumplir o no respetar los derechos. En mi opinión este principio constituye un suerte de axioma.

—Antes de pasar a la enumeración de los que considero derechos esenciales del estudiante en la relación profesor-alumno, derechos específicos por su condición de alumno, deseo indicar otro prosupuesto del cual parto: mi fe en el ser humano y en las potencialidades que tiene ese ser humano para realizarse plenamente a través del proceso de su educación. Pienso que el hombre, a medida que se educa, a medida que conoce, a medida que desarrolla su conciencia crítica, él es capaz de ver su entorno y de producir en este entorno modificaciones que lo favorecen a él y favorecen a su grupo.

—Deseo señalar otro presupuesto importante para la consideración del tema que nos ocupa: todos debemos estar imbuidos de un profundo amor a la vida, de un sentido deseo de impulsar todo lo que signifique solidaridad humana y crecimiento de los demás hombres.

Partiendo de estas ideas básicas creo que pueden lograrse los fines contenidos en la Constitución y en las otras leyes referí, sintetizadas en la idea de formar un hombre que debe ser crítico, participativo, creativo y solidario. Con este marco espero que el esfuerzo de sistematización de los derechos estudiantiles que presentaré, sea el punto de partida para una discusión interesante y fructífera en la Universidad.

—Para concluir esta introducción referiré que en mi experiencia en esta Universidad como estudiante del pregrado, como cursante en post-grado, como profesor en la Escuela de Administración y Contaduría así como en esta Escuela de Administración y Contaduría así como en la escuela de Derecho, durante veinticuatro años de mi existencia, he observado que ha pesar de existir organizaciones estudiantiles y organismos de co-gobierno, con permanente representación estudiantil, no parece existir ni de parte de los estudiantes ni de parte de los profesores una intención seria de elaborar un marco normativo para que las relaciones profesor-alumno sean efectivamente democráticas. Nos surge la inquietud al pensar cómo podrían resolverse numerosos conflictos de la relación profesor-alumno si las reglas de actuación, los derechos los deberes de cada parte, estuvieran suficientemente definidos; si pudiera darse una discusión que abriera mayores posibilidades de comunicación entre estudiantes y profesores, con seguridad que el proceso educativo resultaría más enriquecedor para ambas partes y las situaciones generadoras de conflictos disminuirían.

Partiendo de todo lo antes dicho, paso a enumerar y explicar los diez derechos que propongo para discusión.

I.- El primero de los derechos estudiantiles es el derecho de ingreso a la educación que tiene todo bachiller.

Cuando digo todo bachiller no estoy pensando en examen de admisión, ni en computadoras que excluyen aspirantes, ni en procedencia de colegios públicos o privados que generan discriminaciones, ni tampoco en promedios de notas de bachillerato.

A mi manera de ver, de acuerdo con los textos legales venezolanos, todo bachiller tiene derecho a ingresar en la educación superior. Esta es la conclusión a la que he llegado estudiando el ordenamiento jurídico educativo venezolano. Todo esos procedimientos de admisión por medio del Consejo Nacional de Universidades carecen de fundamentación legal. Me parece que debe producirse una profunda revisión de todo ese ilegal sistema de admisión, que es enormemente injusto por hacer discriminaciones por la procedencia del bachiller y que favorece a quienes vienen de las instituciones donde, precisamente con este propósito, la evaluación es favorecida.

De manera que el primer derecho que señalo, es le derecho de ingreso a la educación superior que, obviamente, está conectado al derecho de permanecer dentro de la educación superior cuando se cumplen unos niveles mínimos de exigencia que el sistema debe procurar. Este derecho de permanencia supone el derecho de cambiarse dentro del sistema de educación superior; deben crearse mecanismos que permitan y faciliten las transferencias del estudiante, sean éstas institucionales o de áreas de estudio o carreras.

Me parece ilegal el sistema que existe actualmente en algunas Facultades y Escuelas que impiden mediante mecanismos artificiosos las transferencias de los estudiantes; el caso de nuestra Escuela de Derecho con las otras que existen en Caracas, es un caso evidente. Entiendo que la Universidad puede adoptar decisiones sobre exigencias mínimas al estudiante, pero no puede crear mecanismos ilegales que en la práctica impidan las transferencias a que tiene derecho los estudiantes.
En síntesis, el primer derecho de los estudiantes que he señalado, es el de ingresar y permanecer en la Educación Superior, derecho que se adquiere por obtener Titulo de Bachiller.

II.- El estudiante tiene derecho a participar en la conducción de la Universidad.

Es este el segundo derecho que planteo. Sabemos que existe experiencia de representación estudiantil en los organismos de dirección de la Universidad: en el Consejo Universitario, en los Consejos de Facultad y en los Consejos de Escuela. A mi parecer esta representación, en la forma que ahora existe, tiene mas carácter simbólico que presencia y poder real. Creo que la representación estudiantil debe fortalecerse y extenderse a todos los demás organismos de la Universidad: Institutos, Cátedras, Departamentos y otros. Es necesario romper un prejuicio muy generalizado que consiste en pensar que los estudiantes no están capacitados para ejercer responsablemente la representación de sus compañeros en los órganos decisorios de la Universidad. Esta creencia constituye un prejuicio sin fundamento real; en no pocos casos, especialmente en situaciones de crisis, hemos encontrado mayor responsabilidad en determinados sectores de la representación estudiantil que en el mismo sector de la representación profesoral. Creo, por tanto, que se debe romper este prejuicio: la representación debe ser real y estar en todos los niveles y órganos de poder de la universidad. El co-gobierno debe ser un co-gobierno verdadero.

Debo aclarar que no pienso que la representación debe ser paritaria, que no creo en la conveniencia de que exista igualdad de número entre profesores y estudiantes; pero sí creo que la representación estudiantil debe ser real y no meramente simbólica, como entiendo lo es en la actualidad: en un cuerpo como el Consejo de Facultad los estudiantes sólo tienen dos votos en un total de once. Presencia de sólo dos representantes estudiantiles, bien sea por lo escaso de su número respecto a los demás integrantes del órgano, o por la forma como se conduce el funcionamiento de éste, resulta en la práctica anulada, desvirtuándose el concepto de representatividad.

Me fundamento en la idea de comunidad universitaria, contenida en la Ley de Universidades, para exigir una representación estudiantil real y no meramente simbólica. Aprovecho para hacer una observación marginal sobre un evidente injusticia que ocurre en nuestra Universidad. Se habla de comunidad universitaria y sólo se tiene en cuenta a profesores y estudiantes, olvidándose un importante sector: el de los trabajadores universitarios, obreros y empleados. Es decir, que de sus trabajadores la Universidad solo le da representación al personal docente y de investigación, pero no a los demás que le prestan sus servicios personales. Resulta muy extraño que sea la Universidad Central de Venezuela, organización de avanzada dentro de la sociedad venezolana, quien no tenga previsto en su organización la representación de sus trabajadores. Es paradójico que tal situación no se de en las Universidades autónomas y que sean en algunas Universidades experimentales donde la representación de los trabajadores esté contemplada.

Estas ideas están vinculadas con el concepto de cogestión que antes referí. No parece razonable que en un cuerpo, por ejemplo, como el Consejo Universitario, donde se toman importantes decisiones que afectan los derechos y los deberes de los trabajadores de la Universidad, éstos no tengan representación en él. A mi entender, en él debe haber representación de los trabajadores, pienso que debe tener vigencia el principio que antes señalé: donde quiera que se tomen decisiones que afecten mi vida debo tener alguien que allí me represente en mis derechos e intereses.

Dentro del derecho que estamos analizando está el de elegir y el de ser elegido; éste se encuentra en la misma noción que estamos analizando de participar en la conducción de la Universidad. En este campo se deben hacer algunas correcciones al actual ordenamiento que distingue entre estudiantes regulares y quienes no lo son, otorgando el derecho electoral sólo a los primeros. Por esas aberraciones que tiene la juridicidad universitaria, la condición de ser estudiante regular no ha sido exigida de forma rigurosa, entendiéndose en forma flexible tal exigencia. Sería necesario replantear la idea y eliminar la diferenciación fundada en rendimiento académico, sustituyéndola por presencia real en la Universidad: debe ser la presencia efectiva del estudiante en la Universidad la que le da derecho de participar en su conducción por la vía de elegir y poder ser elegido.

III.- El estudiante tiene derecho a la discusión, a la crítica y al disentimiento.

Este es un derecho de gran altura en su constitución. En la Universidad nos parece normal que los estudiantes voten y que, por esa vía, participen en la conducción de aquélla, en la forma lejana y abstracta que hemos referid. Por el derecho a discutir lo expuesto por el profesor, a criticar lo que él dice y a disentir de sus afirmaciones es algo que no parece bien visto. Esta actitud profesoral encierra una gran contradicción: ¿Cómo podemos formar hombres críticos, como lo exige la Ley Orgánica de Educación, si no hacemos de la crítica una práctica diaria en las aulas, si no ejercemos constantemente esa preciosa función de la inteligencia? ¿Cómo podemos ser una comunidad que busca la verdad si, prescindiendo de la crítica, los alumnos toman pasivamente lo afirmado por el profesor, mediante el pretexto de que éste quien sabe más? Es necesario garantizar y estimular este derecho a la crítica, al disentimiento y a la discusión creadora, como medios para la búsqueda de la verdad.

Este derecho es importante, además, por su conexión con el derecho a una justa evaluación. No puede ser un buen método, y no hay ninguna teoría pedagógica seria que lo admita, que la formación del estudiante deba consistir en que repita lo que dicen su profesores, pasivamente, sin cuestionamiento alguno. Sin embargo, la experiencia diaria inmediata está muy cerca de esto. Este puede ser un buen punto de partida para replantear la relación profesor-alumno en el aula: la exigencia del derecho a discutir, a criticar y a disentir del profesor, a manifestar que no se está de acuerdo y a saberlo hacer razonadamente.

En la experiencia diaria por los pasillos de la Facultad, cuando uno conversa con los estudiantes, en ese ejercicio pedagógico cotidiano que realiza el profesor fuera del aula, es frecuente que los estudiantes digan: “es que el profesor tal, si no le pongo lo que él dice, me raspa y, entonces, ¿Cómo hago?” Bueno, he aquí un reto importante para quien se está formando como abogado, porque de la actitud que se tome frente a tal conducta irrespetuosa de los derechos estudiantiles, dependerá también la conducta futura frente a un Juez arbitrario que nos niega derechos o que nos atropella. Y en este caso ¿qué vamos a hacer?, ¿aceptaremos en forma pasiva el desconocimiento de nuestros derechos? ¿O por el contrario, asumiremos la posición de verdadero abogado que hace respetar firmemente los derechos que la ley le confiere porque para eso es abogado? Entiendo que los derechos son para ejercerlos, no son para hablar de ellos nada más, sino para hacerlos valer en los órganos que corresponda. Esta tarde hemos participado en el bautizo de un libro que constituye una lección magistral que nos ha dado nuestro Maestro, el Profesor Chibly Abouhamad Hobaica; ese libro contiene la lucha que él siguió para que le respetaran sus derechos y, también , los derechos de quienes estábamos con él en la dirección del Departamento de Enseñanza de Práctica Jurídica de nuestra Escuela de Derecho. Esto es muy importante, fíjense que una actitud acomodaticia es la de decir: “no, yo no quiero tener problemas, yo me quedo tranquilo, yo mejor le repito al profesor lo que él dice, me aprendo sus tesis o apuntes y resuelvo mi problema ”; es claro que tal conducta no va a producir ese hombre crítico que debemos formar, ese hombre capaz de enfrentarse a la arbitrariedad y a la injusticia que es, en gran parte, la vocación del abogado. Se debe insistir en la idea de la justicia como práctica cotidiana, en su búsqueda constante, en formar conciencia de que cada vez que siento mis derechos irrespetados ejerzo los recursos que me da la ley; si la ley no da recursos expresos, entonces los creo, los invento para defender los derechos que me corresponden. Recordemos el “axioma” establecido al inicio de esta charla: el poder nunca cede si sobre él no hay presión. La presión no tiene que ser mediante la violencia, pero tampoco hay que temerle demasiado a la violencia; puede haber diversos medios de lucha perfectamente escalonados que lleven a lograr que nuestros derechos sean respetados.

IV.- El estudiante tiene derecho de hacer preguntas y repreguntas, así como a obtener las correspondientes respuestas.

Este derecho se encuentra íntimamente vinculado con la posibilidad de discutir, criticar y disentir. Este derecho a formular preguntas en muchos casos no se ejerce o es desconocido por el profesor con excusas: “no me interrumpa porque se me va el hilo de la exposición”, llegando a quienes afirman que en su clase no permiten preguntas o que las preguntas deben hacérselas a los libros. Estas extrañas conductas no son escasas en la Universidad. Nos preguntamos ¿cómo puede formarse un pensamiento esencialmente dialéctico, como es el pensamiento jurídico, en el cual es imprescindible el enfrentamiento de tesis, si se niega la posibilidad de hacer preguntas y repreguntas al profesor?.

Por otra parte, se reconoce como aportación importante a la pedagogía la afirmación de Paulo Freire: aprender es aprender a hacer preguntas. En la medida en que aprendo a hacer preguntas, a interrogar mi entorno, seré capaz de buscar y obtener las correspondientes respuestas; de esta forma habré aprendido a aprender.

Por esto, una Escuela de Derecho donde la posibilidad de formular preguntas y repreguntas esté vedada o restringida, no estará cumpliendo su función principal de formar verdaderos abogados; en ella la educación jurídica será deficiente.

Este derecho a preguntar, obteniendo las correspondientes respuestas, está vinculado con la concepción de la educación como verdadero diálogo y no como monólogo. La educación debe ser una interacción estudiante-profesor, partiendo de la idea de que el profesor ha sistematizado y profundizado sus conocimientos sobre el tema que expone, pero sin negar que a través de las preguntas y repreguntas de los estudiantes puedan verse otros aspectos, formularse nuevos planteamientos, hacerse críticas sobre las actuales verdades, las cuales pueden dejar de serlo por la vía del cuestionamiento y de la interrogación.

La educación como diálogo entiende que éste se realiza entre quienes están preocupados por la búsqueda de la verdad, aceptando que toda verdad es transitoria, es verdad por un tiempo, de aquí la necesidad de su permanente ratificación o negación. Recodemos que por relatividad del conocimiento, la ciencia se basa en el principio de la refutabilidad : antes, que afirmaciones definitivas debemos hablar de posibilidades mientras avanzamos en el proceso constante de conocer. El Derecho no constituye una excepción a estas ideas generales sobre el conocimiento científico.

En el campo jurídico lo dicho tiene plena aceptación. Toda tesis jurídica origina una tesis opuesta: esto lo vemos claramente en los procesos. Esto explica por qué litigamos en los Tribunales si todos leemos las mismas leyes y en ellas están resueltos todos los conflictos jurídicos. Esta idea de enfrentamiento de tesis, de pensamiento dialéctico, nos lleva a sostener que no puede formarse la mente del abogado, con su especial entrenamiento para la controversia, si en el aula se niega la posibilidad de preguntar y repreguntar. Insisto en la idea de repreguntar, porque no es suficiente que al estudiante se le responda cualquier cosa para salir del paso; debe existir la repregunta que permita el control sobre la respuesta inicial, que haga nacer el diálogo y la posibilidad de argumentación o disentimiento razonado de lo expuesto por el profesor, todo ello con el propósito común de buscar la verdad.

V.-El estudiante tiene derecho a investigar y a que los resultados de esta actividad sean compartidos con el grupo en que el participa.

Se trata de adquirir habilidades para encontrar los conocimientos, para acercarse a la verdad y compartirla con sus compañeros y con el profesor. Esta forma de trabajo fortalece la idea de aprender a hacer preguntas, estimula el trabajo en grupo y reafirma la solidaridad que es un importante valor indicado en la Ley de Universidades vigente.

Este derecho se extiende no sólo a que el estudiante indague, investigue con la debida orientación del profesor, sino también a que los resultados que obtenga, tanto individualmente como en grupos, sean valorados y conocidos por sus demás compañeros. El producto de sus búsquedas constituye aporte para el enriquecimiento de los demás estudiantes, demostrándose que es posible encontrar la verdad con el propio esfuerzo, al mismo tiempo que se tiene la experiencia de aprender de los demás compañeros de estudios y no sólo del profesor.

En nuestra Escuela tenemos buenos ejemplos de esta modalidad de trabajo en algunos cursos de Práctica Jurídica, con resultados muy enriquecedores y gratificantes para quienes hemos participado en ellos.

VI.- Derecho a conocer las fuentes del profesor.

Este derecho constituye la aplicación de las reglas básicas del trabajo científico. ¿Cuál es la fuente de mis afirmaciones? ¿De dónde obtengo lo que digo? ¿Qué obras estudio? ¿ Cual es la bibliografía que manejo? ¿En qué me apoyo para dar tales opiniones? Puede tratarse de opiniones personales y en tal caso se debe tener la honestidad de señalar que es una opinión personal, que yo la he elaborado y que está fundamentada en los argumentos pertinentes, los cuales tengo escritos en tal obra o artículos, que los sostuve en tal juicio o que pueden verse en un documento que he consignado en la biblioteca de la Facultad. Entendemos que así se ratifica el clima de sinceridad en las relaciones profesor-alumno, se evidencia el amor por la verdad y procuramos inmunizarnos contra la soberbia y el envanecimiento. Que no sea fácil responder a la normal pregunta del estudiante ¿en qué libro estudia usted, profesor?.

Queremos que no siga siendo verdad el cuento de aquel profesor, oído el año 1960 cuando nos incorporamos a la escuela de Derecho en el año 1960 cuando nos incorporamos a la Escuela de Derecho en el primer año de la carrera, quien daba sus clases por cierto libro que jamás mencionaba en sus clases para que no pudiéramos seguirlo; esta repetición servil del texto se daba año tras año, impunemente. Esto no es educación jurídica, con tal práctica se está muy lejos de tener una posición científica; dejemos de ser profesores si nos convertimos en fieles repetidores de cualquier texto, por muy buena que sea la calidad de éste.

La exigencia de este derecho que tiene el estudiante a conocer las fuentes del profesor es una buena vía para erradicar el vicio del apuntismo y de las tesis matraca así como de esas síntesis de materias que cada vez se reducen más, sin que se pueda saber de dónde salió aquel conjunto de verdades con disparates, del cual no aparece nadie responsabilizándose.

Entiendo que el conocimiento de las fuentes del profesor no es más que la aplicación de elementos normas del trabajo científico: cuando se dice o se escribe algún enunciado o criterio, cuando tomamos alguna posición, expresamos nuestras fuentes, referimos la bibliografía y damos a conocer los libros que manejamos. Pienso que sería un ejercicio interesante conocer el catálogo de la biblioteca de cada profesor o las fichas de los libros que ha manejado, esto porque entiendo en nuestro pensamiento y las ideas que hemos formado sobre lo que enseñamos y profesamos.

En esta cuestión de las fuentes del conocimiento del profesor, es interesante destacar: – que el profesor al referirse al pensamiento de un autor debe precisar la parte de su obra que él conoce, especialmente las rectificaciones que éste ha podido realizar a sus opiniones iniciales, para que no se presente una falsa imagen del autor que cumplió su función autocrítica; –que el profesor muy parcializado hacia una corriente determinada omite la explicación de aquellas que la contradicen o les da un tratamiento muy parco, negando así lo que debe ser el espíritu científico del docente; – que el estudiante debe tener el derecho a no sujetarse al texto único que pretenda imponer el profesor, exigiéndole que dé a conocer otras fuentes de conocimiento sobre la materia, impidiendo así la dogmatización del saber.

VII.- El estudiante tiene derecho a la protección social y económica.

La Universidad está en la obligación de ofrecer protección socio-económica a los estudiantes que lo requieran. Todo estudiante tiene derecho a poseer condiciones socio-económicas que le permitan seguir sus estudios en forma satisfactoria. Este derecho está consagrado especialmente en la vigente Ley de Universidades en su articulo 122, el cual es desconocido por algunas autoridades universitarias. El comedor universitario, los servicios de transporte, la asistencia médico-odontológica, las ayudas económicas y otros medios de asistencia constituyen deberes de la Universidad con los estudiantes que requieren protección socio-económica.

Es necesario insistir en que se trata de derecho del estudiante que requiere de protección en tal área, esto porque en situaciones de crisis presupuestaria muchos piensan en reducir o eliminar tales rubros de egresos, olvidando que el país vive una enorme situación de injusticia social; muchos estudiantes sólo tienen el acceso formal a la Universidad, pero si ésta no le ofrece condiciones mínimas para su alimentación, hospedaje, adquisición de materiales de estudio o otras semejantes, les resultará imposible culminar sus estudios y capacitarse adecuadamente.

Este es un importante deber del Estado venezolano que debe cumplir por medio de las Universidades; el desconocimiento de tan importante derecho estudiantil conduce a profundizar el proceso de discriminación educativa que viene dándose en nuestras Universidades, observándose que los menos favorecidos económicamente son cada vez más escasos en la educación superior.

VIII.- El estudiante tiene derecho al reconocimiento de su individualidad.

Es necesario insistir en que muchos estudiantes no constituyen una masa, ellos son seres humanos que tienen derecho a ser reconocidos en su individualidad. Son seres con diferencias personales que se les debe considerar. El estudiante tiene derecho a que se le oriente, a tener profesores consejeros, a que se les provea de tutores en su formación.

Dentro de este derecho que tiene el estudiante al reconocimiento de su individualidad, deseo destacar una cuestión curiosa: el derecho de acercarse al profesor. Fíjense que es muy original lo establecido por la Ley de Universidades se debe propiciar el acercamiento entre profesores y estudiantes. En la experiencia diaria de nuestra Escuela de Derecho, ¡Que distantes somos a veces los profesores!, ¡Qué lejos están a veces nuestros estudiantes!. En no pocos casos nos conformamos con dictar una conferencia y marcharnos, sin ningún acercamiento a nuestros oyentes.

La idea de propiciar el acercamiento entre profesores y estudiantes parte de la noción de comunidad. No puede hablarse de comunidad si no hay comunicación real entre sus miembros. Pienso que el profesor que no se vincula con sus estudiantes, que no propicia el acercamiento a ellos, no esta ejerciendo a cabalidad su función.

Puede lucir extraño quizás, para algunos de ustedes que insita en este aspecto, pero estimo de especial importancia la cercanía de ese nombre dotado de experiencia, de ese hombre capaz de orientar y de transmitir su pasión por la verdad y el bien que es el profesor. Muchos de nosotros y yo lo puedo decir con entera franqueza, hemos contado con la cercanía de profesores que han ejercido gran influencia en nuestras vidas. La posibilidad de conversar con ese hombre o esa mujer cinco o diez minutos, de que nos oiga, de que nos formule una recomendación, un consejo oportuno, es de extraordinaria importancia cuando somos estudiantes. Por supuesto que estoy hablando del profesor, no del dador de clases; hablo de quien no tiene el prejuicio de acercarse a los estudiantes, de oírles sus problemas, de orientarlos, de comprenderlos; hablo de quien no tiene el engreimiento de creerse demasiado sabio para perder su tiempo en estas relaciones, recordando que quien se cree sabio, con el solo hecho de creerse está demostrando que no lo es. La sabiduría supone humildad. Uno ve que sus maestros, quienes son en realidad sabios, son humildes y sienten placer de acercarse al estudiante. Bastaría con buscar en la historia de la pedagogía para darse cuenta cómo el propio origen de esta palabra indica vinculación entre el profesor y el estudiante. No puede haber una buena educación jurídica, ni cualquier otra clase de educación, sin un profunda relación entre estudiantes y profesores.

IX.- El estudiante tiene derecho a una evaluación justa.

Pienso que este derecho constituye un punto clave del problema pedagógico universitario. El problema principal elemento represivo en la relación profesor- alumno es la evaluación; el gran temor del estudiante e que lo pueden aplazar, esto explica su miedo de hacer preguntas, de disentir, de pedir que se le oiga, de pedir al profesor que revele sus fuentes y de exigir todos sus otros derechos.

En la consideración de una evaluación justa se debe tener en cuenta que su objeción es no solo aprobar o improbar, antes que esto se trata más bien de identificar las deficiencias del proceso para producir los correctivos necesarios; por su intermedio el estudiante debe tomar conciencia de su avances y logros así como de sus deficiencias para hacer las rectificaciones que procedan. En la Universidad este fin diagnóstico y correctivo de la evaluación parece no existir. Pensemos en nuestra Escuela de Derecho que se paraliza cuando se realizan los dos exámenes parciales. Hasta el Centro de Estudiantes, tan silencioso frente a tantas cosas graves que a diario ocurren, revive días antes e inicia todo un proceso de consultas para la fijación del calendario de exámenes. El gran problema es el número de días entre los exámenes; las demás cuestiones del proceso enseñanza- aprendizaje parecen no interesar, lo que más importa es el tema de los exámenes.

Creemos imprescindible una discusión sincera sobre el problema de la evaluación, es necesario que ella se reoriente y pierda su carácter represivo para ser un verdadero instrumento pedagógico, un forma de revisar la marcha del proceso de formación del estudiante para introducir correctivos pertinentes y lograr mejorarlo. La evaluación debe ser integral, no sólo debe evaluarse al estudiante sino también al profesor así como también a la institución; todos los elementos del proceso deben ser evaluados, sólo así se puede lograr un verdadero mejoramiento. Respecto a nuestras desviaciones surgen numerosas interrogantes: ¿ Qué se hace con aquellos profesores que año tras año tienen porcentajes de cincuenta, sesenta o más alumnos aplazados?¿Qué se hace con aquellos profesores que año tras año tienen porcentajes de cincuenta, sesenta o más alumnos aplazados? ¿Qué esta ocurriendo en esos cursos? ¿Por qué n ose investigan las causas de este fracaso pedagógico? ¿No estará también aplazado este profesor y nadie se lo dice? En el otro extremo podemos señalar el profesor que nunca tiene un alumno aplazado, a él le aprueban todos los alumnos, incluyendo a quienes no asisten a los exámenes; tiene cien alumnos y todos aprueban sin ningún problema. Estas cuestiones parecen no preocupar a la autoridades universitarias, por el contrario, en algunos casos hay elogios para ese aberrado pedagogo cuyos niveles de aprobación son menores del cincuenta por ciento. En el quinto año de la carrera esta cuestión parece bastante crítica, sin que hasta la fecha nada se haya hecho para corregir tales situaciones.

Preocupa que los estudiantes hagan predicciones sobre si se graduarán o no, en vista de los profesores que les haya tocado. ¿Cómo es que se permite la repetición de tales hechos negativos? Las Cátedras y los Departamentos tienen gran responsabilidad en que esto ocurra, al no establecerse lineamientos comunes de exigencias para la aprobación de los cursantes en cada materia.

Lo más grave de la cuestión es la pasividad estudiantil. Se dan casos de formas evaluativas arbitrarias, humillantes e irrespetuosas para los estudiantes. Muchas veces los afectados comentan tales situaciones con risa, sin indignarse. Estas situaciones vejatorias no pueden tolerarse. Uno no puede reírse cuando lo están atropellando, cuando le están violando sus derechos. Lo más inquietante es preguntarse ¿cómo puede ser alguien abogado o tomar la defensa de los derechos propios? Recordemos lo dicho al comienzo de esta charla, si la justicia no es una práctica cotidiana para el estudiante, su formación profesional está menguada, él será un abogado a medias. La justicia debe ser el ingrediente permanente de nuestra fase de formación para hacerla práctica diaria en nuestra actividad profesional.

Quiero referirme a un caso que nos toco vivir de cerca. Un compañero estudiante fue objeto de una arbitrariedad por parte de un profesor que se niega a conceder segunda oportunidad para el examen parcial. Este profesor incumpliendo el Reglamento de Evaluación y sólo concede una oportunidad ante tal ilegal conducta se recurrió al Consejo de Escuela, habiéndose ordenado la realización del examen. El progreso fue largo doloroso porque los llamados a cumplir la ley en nuestra Escuela de derecho no siempre están dispuestos a hacerlo: Lo curioso fue a de muchos que para qué recurrir, que lo aplazarían, que era mejor no disgustar al profesor, que reparara la materia, que otros no habían logrado que este profesor no hiciera un nuevo examen. Parecía existir un ambiente propicio al desconocimiento de los derechos de este estudiante. Su terquedad e insistencia lograron vencer, graduándose el año pasado. Este amigo estudiante nos dejó una buena lección, nos demostró que no debemos rendirnos ante la arbitrariedad y el capricho.

A mí me agrada que estén oyendo estas palabras los alumnos de primer año de nuestra Escuela, quienes se inician en el estudio de la abogacía, por la esperanza que tengo en ellos. Quienes damos clases en primer año sabemos la importancia de sembrar estas nociones de los derechos y de la necesidad de hacerlos respetar. Que tomen conocimiento de la realidad de la Escuela y de la necesidad de cambiarla. Ella no va a modificarse sólo porque lo digamos nosotros aquí, pero se mejorará y superará en la medida en que sus alumnos tomen conciencia de los derechos y deberes que les corresponden. Confiamos en un renacer de la Escuela en la medida en que estas cosas puedan plantearse y discutirse abiertamente. Confiamos en quienes se inician en el estudio de lo jurídico para fortalecer el frente de lucha por un mejor abogado. La causa es hermosa y participando en ella cada uno podrá desarrollar su capacidad para ser abogado de buenas causas.

X.- El estudiante tiene derecho a una justicia universitaria bien administrada.

La universidad tiene un régimen disciplinario interno para los estudiantes para los estudiantes; este régimen es poco conocido por ellos. Para que la justicia sea, como lo hemos expresado, práctica cotidiana del estudiante es necesario que el régimen disciplinario se aplique con estrecho sometimiento a las normas que lo prevén. El sacar un estudiante de clase, el suspenderlo de un examen, el aplicar una sanción de expulsión por mucho tiempo, todo ello debe llevarse mediante un procedimiento jurídicamente establecido. Además de una sanción para el infractor, la situación debe convertirse en una sanción para el infractor, la situación debe convertirse en una forma de enseñar con la experiencia del caso. Al afectado se le deben conceder todos sus deberes de defensa así como los recursos del caso; él debe obtener asesoramiento técnico para su defensa, debe contar con todas las facilidades necesarias.

Pensemos en las enseñanzas que pueden lograrse si el afectado cuenta con asistencia de un abogado para la defensa de su caso. Yo planteo ante ustedes la necesidad de que existan en la Universidad Procuradores Estudiantiles, es decir, abogados que defiendan a los estudiantes en la aplicación del régimen disciplinario de la institución. Si creemos en la justicia y partimos de la idea de que para alcanzarla es necesario que cada parte presente sus pruebas y alegatos como colaboración para que el órgano jurisdiccional tome una decisión justa, es imprescindible la presencia del abogado para el asesoramiento del estudiante. Hay una evidente disparidad en este campo que debe corregirse.

Nos resulta incongruente con la idea de justicia bien administrada la ausencia de asesoramiento técnico para el estudiante afectado por una media disciplinaria. La figura del Procurador Estudiantil debe implantarse para quienes no tienen posibilidad de obtener asistencia profesional privada. Es esta otra manera de sensibilizarnos con la justicia como práctica de todos los días.

De esta forma dejo planteado diez derechos que considero básicos para el estudiante en su condición del tal. He querido presentar un bosquejo de sistematización de tales derechos con el objeto de que sea material para discutir profesor y estudiantes. Pienso que es importante esta discusión en nuestra Escuela y que podría ser un valioso aporte que hiciéramos al resto de la Universidad. Que pudiéramos presentar a la comunidad universitaria una Carta de los Derechos Estudiantiles, surgida de nuestras discusiones en la Escuela de Derecho. Así dejo estas ideas para la consideración de ustedes y estoy a su disposición para las preguntas que quieran hacer. Muchas gracias por escucharme.

08 mayo 2006

Crisis en los sistemas de ingreso a la Educación Superior

Los pobres están siendo excluidos, incluso, de las Universidades Oficiales

Osly Hernández

A raíz de las nuevas políticas de Estado en torno a la concepción del sistema educativo, se ha despertado un fuerte debate sobre los métodos de ingreso a la educación superior, el cual ha evidenciado la poca capacidad de respuesta que tienen las universidades para atender tanto a la creciente demanda del sector como a los jóvenes de los estratos inferiores, quienes cada vez tienen menores posibilidades de ingreso, incluso en las instituciones públicas.
Lo primero ha ocasionado la disminución progresiva de la matrícula estudiantil de las principales universidades, en comparación con las cifras de crecimiento de la población en los últimos años, que se ubican –según el último CENSO realizado en octubre de 2001- en un 37,66% aproximadamente, y lo segundo un problema de Estado al que aún no se le ha dado respuesta pero que ha impulsado la creación de proyectos alternativos de Educación Superior.
Cuando acudimos a revisar las estadísticas de ingreso a las universidades del país que reposan en el Consejo Nacional de Universidades (CNU), podemos encontrar que el sistema universitario está siendo, en apariencia, eficiente –a través de sus distintos métodos de ingreso- en la absorción de los nuevos bachilleres que egresan del Ciclo Diversificado, pues notaremos cómo de 288.016 aspirantes al sistema de educación superior en el año 2000, sólo 91.819 quedaron sin gozar de este privilegio, lo que se traduce en que más de la mitad de los aspirantes ingresaron a las distintas universidades e institutos del país. (“El Proceso Nacional de Admisión en Cifras”, Nº1, OPSU-CNU)
Sin embargo, explica el ex ministro de Educación Superior, Héctor Navarro, que “las principales universidades del país no son las responsables de estos números –que si bien no son los más idóneos, no parecen ser tan alarmantes- pues, la Universidad Simón Bolívar (USB), por ejemplo, ha reducido progresivamente su matrícula de 9 mil a 7 mil estudiantes, según el último informe recibido en mi despacho”.
Agrega el actual viceministro de Políticas Académicas, Andrés Eloy Ruiz, que en la misma situación se encuentra la UCV –en donde cabe destacar que los números de ingreso se han convertido en cifras “confidenciales” según su Departamento de Estadística- pues, gracias a un estudio que se está realizando, “cuando constatamos por otras vías las cifras de ingreso aportadas por ésta y otras universidades al CNU -como por ejemplo el Registro Electoral Permanente, en el que cada ciudadano señala su nivel de escolaridad, la institución en la cual estudia y su año de ingreso-, notamos una gran diferencia en los datos que refleja una disminución progresiva de sus matrículas en la última década”.
Este resultado, que aún no ha sido expuesto a la opinión pública, pondrá en evidencia la poca capacidad de respuesta que están teniendo nuestras principales universidades ante la demanda estudiantil, lo que está obligando a otras instituciones a asumir dicha problemática, aún cuando sus presupuestos no llegan ni a la mitad del destinado por el Estado tanto para la UCV como para la USB. Tal es el caso, como apunta el profesor Navarro, “de universidades como la Simón Rodríguez, que va a tener para el primer semestre del año que viene un incremento de 100 mil estudiantes aproximadamente; la Universidad del Sur del Lago, que antes era privada y ahora es pública, y tiene casi 4 mil estudiantes; la Bolivariana, que va para 20 mil estudiantes y ya se anunció la construcción de una sede de Maturín; así como la Rafael María Baralt, la UNELLEZ y la Rómulo Gallegos, que duplicaron su número de ingresos”.

“Y el queso que había en la mesa, también…”
Las últimas cifras arrojadas por el CNU y la OPSU en su libro “El Proceso Nacional de Admisión en Cifras, Nº 1 y 2”, reflejan cómo la Prueba Nacional de Admisión, realizada por estos organismos, ha sufrido un proceso de estancamiento en la asignación de bachilleres a la educación superior, en la última década.
Revisando los números, encontramos que para el año 1988 la demanda total de estudiantes que aspiraban a ingresar en las universidades, institutos y politécnicos universitarios era de 129.980 bachilleres, de los cuales 36.797 (28.30%) fueron asignados por el CNU y los demás absorbidos por los sistemas internos de cada Universidad, también conocidos como Prueba Interna (PI). Pero para el año 2000, cuando la demanda ascendió a 288.016 aspirantes (casi el doble), la asignación del CNU se mantuvo por el orden de los 37.299 estudiantes (13%), mientras que por PI ingresaron 158.898 bachilleres, quedando por fuera del sistema de educación superior 91.819 (31.87%).
De este primer conteo, las cifras saltan a la vista: son más los jóvenes que quedan excluidos de los estudios superiores que los asignados por el CNU. Aunado a esto, señala Nabor Paredes, encargado del Programa de Formación de Recursos Humanos de la Educación Superior (PROFORHES), “algunas instituciones, sobre todo las Universidades, amparadas por el artículo 26 de le Ley de Educación Superior, no le otorgan a la OPSU-CNU ningún cupo, entre ellas la Simón Bolívar y la UPEL, aunque, contradictoriamente, sí exigen la presentación del comprobante del CNU para presentar sus Pruebas Internas”.
Sin embargo, la reducción del número de asignados por el CNU no es la única conclusión a la que podemos llegar a partir de estos datos. La Prueba de Aptitud Académica, conocida también por sus siglas PAA, es la única evaluación que se realiza a nivel nacional a todos los bachilleres egresados (y por egresar) del Ciclo Diversificado de educación básica, donde no sólo se toman en cuenta sus aptitudes académicas, sino que se valora los niveles socioeconómicos, el lugar de procedencia y hasta las aptitudes para cursar las carreras seleccionadas del aspirante. Además, el examen es presentado en la misma zona escolar del bachiller, por lo que no tienen que salir de su localidad para presentar la prueba. Entonces nos preguntamos, ¿a quién favorece la PAA? Pues a quienes no disponen del suficiente capital para cancelar una PI (que está por el orden de los Bs. 20 mil), además de los costos de pasajes, hospedaje y comida, entre otros “debes” para poder “aspirar” un cupo en cualquier universidad, es decir, a los pobres.
He aquí el segundo razonamiento. Si los pobres no pueden ni pagar ni acudir a presentar las PI de los distintos núcleos universitarios y la PAA sólo asigna al 13% del total de los aspirantes de todo el país, ¿es realmente nuestro sistema educativo equitativo? ¿Están los métodos de ingreso a la educación superior proporcionando respuestas a los sectores mayoritarios de nuestra población?
El 9 de diciembre del año 2003, en el diario Últimas Noticias, la periodista Miriam Morillo publicó un artículo titulado “Los pobres no entran a las universidades”, en el cual el tesista Eduardo Morales Gil plantea, números en mano, cómo “el estado democrático venezolano está impartiendo educación gratuita (…) a los círculos privilegiados y minoritarios de la población, en desmedro de los grupos más vulnerables, desposeídos de fortuna, con menor poder adquisitivo, en fin, los pobres”, como señala el citado artículo. Según Gil, para el año 1981 la matrícula de la UCV estaba compuesta en un 21% por alumnos de los sectores más pobres y para el año 2000 la cifra había disminuido al 6,59% y sin intenciones de mejorar. De igual modo ocurre con la Universidad Simón Bolívar, la cual pasó de admitir un 13% de estudiantes de los estratos IV y V –los cuales, por cierto, representan el 81,75% de la población venezolana- a un 0,99% en el mismo período.
Este artículo desató un fuerte contrapunteo entre algunas autoridades encargadas del sector universitario, en el que figuraron el profesor Giuseppe Giannetto, ex rector de la UCV, y el director del CNU, Luis Fuenmayor Toro. Cada uno, desde su perspectiva, intentaba analizar la situación del ingreso. El primero, alegaba que “los pobres se autoexcluyen de la universidad” a través de las cifras de solicitud de ingreso a los estudios superiores, las cuales reflejaban que “la demanda nacional de cupos del estrato V (grupo en pobreza extrema) es casi nula, porque apenas representa el 2,43% de la demanda de cupos a través de la Prueba de Aptitud Académica de la OPSU-CNU y 0,92% de la demanda por Prueba Interna de la UCV. El estrato IV (pobreza relativa) tiene una demanda de 30% por OPSU-CNU y 18% por PI. El estrato III (clase media) tiene una demanda de 42% por OPSU-CNU y 42% por PI. El estrato II (clase media alta), tiene una demanda de 21% por OPSU-CNU y 23% por PI. Y, por último, el estrato I (representada por la clase alta), tiene una demanda de 2% por la OPSU-CNU y 10% por PI”, según otro artículo publicado el 12 de diciembre de 2003.
El segundo (Fuenmayor Toro) señala que “es un poco difícil pretender que alguien que no tiene los recursos para presentar una PI sea absolutamente libre de elegir si cursa o no estudios superiores. He aquí el primer error del planteamiento del profesor Gianetto y es por ello que el día 18 de diciembre envié un comunicado a la redacción del Últimas Noticias para aclarar el contexto”, explicó.
Este comunicado plantea las siguientes interrogantes al profesor Giannetto: “¿Las pruebas internas de la UCV se hacen de forma descentralizada en todo el país? ¿Van a buscar al estudiante donde vive o éste tiene que venir a Caracas a presentar? ¿Debe pagar ese aspirante su pasaje, alojamiento y comida, para poder presentar una prueba interna? ¿Debe pagar algo por presentar la prueba? El presupuesto de la UCV aumenta cada año. ¿Aumentan también los cupos? ¿Qué porcentaje de plazas otorga la UCV por vía de la PAA? Cuando responda a estas preguntas, Dr. Giannetto, si lo hace sinceramente, sentirá vergüenza de sus declaraciones”.

…“tengo, tengo, tengo, y tú no tienes nada”
Ahora bien, al momento de indagar sobre las razones por las cuales las universidades de nuestro país están asumiendo esta actitud, encontramos dos principales puntos de confluencia en las opiniones: unas económicas y otras que apuntan hacia la preservación del status quo.
La primera está sustentada por el lucro que representa para las distintas casas de estudio una prueba interna cuyo valor, como señalamos anteriormente, está por el orden de los Bs. 20 mil en las instituciones públicas. Y la segunda, un poco más compleja y ponzoñosa que la anterior, es definida por el profesor Navarro (citando al profesor J.J. Montilla) como la construcción de una “oligarquía universitaria” formada a partir de un “proceso endogámico[1] tanto universitario como social”.
“Las universidades venezolanas, en los últimos 15 años, han venido sufriendo un proceso en el cual el perfil social de nuestros estudiantes universitarios se acentúa sobre los sectores más favorecidos económicamente de la sociedad. Ellos no sólo se han hecho profesionales universitarios, sino que también han venido heredado, sucesivamente, los cargos de profesores, empresarios, diplomáticos y políticos, entre otros, al mejor estilo de la realeza antigua, lo que excluye casi totalmente del sistema a quienes no formen parte de ese pequeño círculo social”, puntualizó Navarro.
En consonancia con estas declaraciones, el profesor Andrés Eloy Ruiz agrega que “hay que recordar que el poder más importante, la fuerza más importante en una transformación está en el conocimiento”, por lo que “el hecho de que un rector pueda controlar el ingreso a la universidad, representa un poder para ellos”. Es por ello que si esta fuerza está en manos de quienes forman hoy en día las altas esferas del poder económico, político y social, no sería descabellado pensar que la función actual de las universidades se traduce en asegurar, precisamente, el status quo, el poder de las clases sociales de los estratos más altos.

¿Una luz al final del túnel?
Ante esta realidad, la nueva visión de la Educación Superior que plantea el Ejecutivo Nacional define, según palabras del profesor Navarro, al Estado como el garante de la equidad social: “Los cupos universitarios son un bien social, colectivo, así como el petróleo, el aire, el agua, y deben ser distribuidos en un estado social, de derecho y de justicia como el nuestro de forma equitativa. Es un deber del Estado garantizar que el producto social se reparta equitativamente”.
Y para garantizar esta repartición es que, como afirma Nabor Paredes, “en los últimos años se han creado las Misiones Educativas que fungen como una alternativa ante el colapsado sistema de Educación Superior”. Gracias a su sistema de atención descentralizada, en el que a cada alumno se le asigna el material completo para su aprendizaje básico, un gran número de niños, jóvenes y adultos ha reiniciado su formación académica.
Robinson, Ribas y Sucre representan “la punta de lanza de la transformación social en Venezuela”, como en algún momento lo señaló el mandatario presidencial, Hugo Chávez, en una de sus alocuciones domingueras. Ahora, cabe preguntarse si estarán estos nuevos proyectos reorientando la visión de la educación en Venezuela o estarán repitiendo los mismos patrones generados por las Universidades ya existentes, los cuales, como afirma el profesor Navarro, alimentan “la competencia, independientemente de que seas leal, así como la falta de ética, de solidaridad, de participación”.
Esta interrogante sólo podrá ser contestada con el paso del tiempo, pero, “por ahora” no podemos negar que esta iniciativa, aunada a la posible reforma del Proyecto de Ley de Educación Superior (PLES), están quizás sentando las bases para lo que podría traducirse en la sensibilización social de la educación en Venezuela.
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[1] Endogamia: que se mezcla con su propia tribu, raza, etc.