09 junio 2006

Crónica de otra tarde violenta

Es el martes 30 de mayo en la tarde, algo está pasando que atrae la atención de la comunidad universitaria: gritos, alboroto, gente corriendo, personas que se acercan para contemplar el bochornoso hecho de ver cómo, nuevamente, un vigilante de la UCV agrede físicamente a unas personas. Fueron metódicamente maltratados siguiendo el “procedimiento de rutina”; el empleado, que nuestra universidad contrató para protegernos, no estaba solo, lo rodeaban varios vigilantes uniformados y con todo el trabuco de seguridad: radios, motos, jaula y no se sabe qué más.
Pero afortunadamente la gente que espontáneamente los rodeó, evitó que los agredidos fueran secuestrados, como en tantas otras oportunidades ha pasado. El alboroto también atrajo a estudiantes concientes que cámara en mano grabaron la escena para que los hechos no quedaran impunes... y así será.
Seguramente se tratará de explicar los hechos acusando a las víctimas de ser consumidores e incluso traficantes; si así fuera, ¿Por qué un agente de la seguridad decide ponerlos en libertad, actuando como policía y juez? ¿Cuál es el procedimiento que establece el reglamento de seguridad de la UCV? ¿Acaso permite golpizas como procedimiento?
Lo más grave de todo es que este tipo de hechos se reitera desde hace mucho tiempo. Baste recordar el asesinato de Weimar Arias en enero del año pasado, que luego de una golpiza que le propinaron los guardias de la UCV, murió en su cama desangrado, ante el silencio cómplice de las autoridades de nuestra universidad y de los representantes estudiantiles de la FCU.
Analicemos un poco más: agentes de seguridad sin identificación pagados con los recursos del pueblo golpeando estudiantes; jaulas móviles para traslados a Sierra Maestra; radios, motos, bicicletas, circuitos cerrados de TV, policía privada (en Medicina, Odontología y el Banco de Venezuela); y nadie que se haga cargo de los abusos. Silencio cómplice de los que deberían, antes que ninguna otra cosa, garantizar la integridad de toda la comunidad universitaria. Y sigue habiendo robos, violaciones…
¿Es posible que no se den cuenta que no iluminar la salida a Plaza Venezuela o las áreas oscuras por las que transitan a diario los estudiantes del turno noche cuesta realmente poco frente a los gastos totales de seguridad? ¿Es posible que no entiendan que el restringir los horarios nocturnos de clases, genera más inseguridad y viola el derecho a estudiar de quienes trabajamos? Pero no seamos inocentes, sí lo saben y lo entienden, sólo que su intención no es velar por nosotros sino por sus intereses: cuidan sus negocios, generan inseguridad para intentar convencernos de que es necesario privatizarla (así lo hicieron en los estadios, primero apagaron las luces en los estacionamientos y redujeron el personal de vigilancia, para luego, ante el incremento de violencia, privatizar).
Hoy nuestras autoridades se llenan la boca con la palabra AUTONOMÍA, que tanta lucha y tanta sangre costó a nuestros compañeros y a la que defendemos con toda el alma. Pero no defienden la autonomía del libre pensamiento y la libre cátedra; no defienden el derecho de todos los que conformamos la comunidad universitaria (estudiantes, profesores y trabajadores) para que en pie de igualdad decidamos el destino de la universidad.
Cuidan su feudo: para que nadie se meta a revisar sus cuentas, ¡nooooo! ¡Autonomía, autonomía!, para que 1 voto de profesor siga valiendo por el de 40 estudiantes (violando la constitución y las leyes); ¡autonomía, autonomía!, para que las becas se decidan en secreto y a dedo, que los cupos arrebatados al pueblo con la artimaña de las pruebas internas sean repartidos de acuerdo a su “académico” criterio y a su antojo, que se privaticen cada día más espacios a cambio de quién sabe qué beneficios para la comunidad (pero seguro que para nuestros señores feudales sí hay beneficios).
Hoy las autoridades imponen con sus reglamentos, sistemas electorales, programas de estudio, horarios, privatización de los espacios y de la vida universitaria, toda una parafernalia represiva y academicista, que tiene por objeto no sólo preservar el status quo de quienes dirigen a universidad, sino el de quienes han oprimido a nuestro pueblo y quieren seguir haciéndolo.
Exijamos al rector París, a nuestras autoridades, a la FCU y a los centros de estudiantes que se expidan inmediatamente sobre los hechos del martes 30 de mayo, que den la cara, que sienten una posición clara, que se tomen todas la medidas necesarias para evitar los abusos contra la comunidad universitaria. ¡Basta de gastos en represión! ¡Basta de viajecitos de la FCU en defensa de posiciones partidistas, cuando en sus narices pasan cosas como éstas!

· Renuncia YA del Director de Seguridad de la UCV
· Investigación y castigo a los responsables y cómplices de las agresiones
· Difusión pública de los nombres de todo el personal de seguridad de la UCV
· Uniforme único para los miembros de la seguridad con su nombre visible y no removible
· Iluminación de los espacios públicos y en particular las zonas oscuras
· Constitución ya misma de una Mesa Técnica sobre Seguridad con la participación de toda la comunidad


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