Hoy, es innegable que el tema de conversación en la Universidad gira en torno a la no renovación de la concesión de RCTV. Bajo diversos argumentos se nos quiere convencer que tal hecho representa una “política dictatorial”, que es “una violación a la libertad de expresión”, entre otros. Como es natural, se califica en función de categorías, pero no se profundiza en la práctica histórica de dicho medio y, peor aún, se trata de evadir las responsabilidades del mismo en acontecimientos tan cercanos como el golpe de Estado propinado en abril de 2002.
Nosotras y nosotros, como estudiantes socialistas, no podemos evadir nuestro papel de ventilar lo que consideramos una manipulación más y, en consecuencia, fijamos una posición ante el hecho.
Los medios de comunicación como RCTV son empresas privadas que, sobre la concesión que se les da del espectro radioeléctrico, usan la libertad de expresión como una bandera política para proteger su participación claramente sesgada, con el objeto de fortalecer los intereses de un pequeño sector opositor al Gobierno.
Ante esto, es necesario hacer una reflexión sobre el tema de la libertad de expresión.
Todas y todos, hoy día, tenemos la posibilidad de expresarnos. Eso nadie puede negarlo. Hoy día tenemos tres plantas televisivas a nivel nacional, las cuales han sido tribuna de la oposición, como lo son: Globovisión, Venevisión y Televen. Hoy día nuestro espectro radial está copado de emisoras con el mismo fin. Hoy día contamos con medios impresos, a nivel nacional, donde se expresan, abiertamente, críticas hacia la actual gestión de gobierno: El Nacional, El Universal, Tal Cual. Hoy día contamos en muchos de los hogares venezolanos con televisión por cable, donde podemos expresarnos e informarnos con libertad. Hoy día la herramienta tecnológica del Internet es otra vía alternativa para hacer llegar nuestras ideas. Entonces nos preguntamos: CON EL CESE DE LA CONCESIÓN DE RCTV, ¿SE ACABA REALMENTE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE LA OPOSICIÓN?
En el cumplimiento de la ley, se asume el vencimiento de una concesión para determinar la renovación o no de la misma. El Estado tiene la potestad para esto, porque es el único garante del buen uso de los bienes nacionales, no sólo en Venezuela, sino a nivel mundial donde, por cierto, más de 600 concesiones no han sido renovadas.
A efectos del aparato judicial, es una medida válida, contraria al discurso enarbolado, pues la violación de la libertad de expresión fuese un hecho real si la interrupción en la utilización del espacio radioeléctrico se hiciera antes de vencer dicha concesión.
¿Son los medios de comunicación privados “altos panas” del pueblo”?
Estos aparatos forman parte de un entramado cultural que busca dentro de sus únicos objetivos la acumulación de riqueza, a través de la venta de espacios publicitarios, la defensa de un sistema de valores que fortalece las necesidades de la sociedad de consumo que los nutre, a la vez que somete a la población a los designios de las grandes empresas privadas. En ellos reina una estructura y dinámica que busca homogeneizar el pensamiento del pueblo fijando estereotipos, conductas, transmitiendo, incluso, programas cargados con antivalores que aceleran la descomposición de una sociedad sumergida en el consumismo.
¿Son los medios de comunicación privados “altos panas” del pueblo”?
Estos aparatos forman parte de un entramado cultural que busca dentro de sus únicos objetivos la acumulación de riqueza, a través de la venta de espacios publicitarios, la defensa de un sistema de valores que fortalece las necesidades de la sociedad de consumo que los nutre, a la vez que somete a la población a los designios de las grandes empresas privadas. En ellos reina una estructura y dinámica que busca homogeneizar el pensamiento del pueblo fijando estereotipos, conductas, transmitiendo, incluso, programas cargados con antivalores que aceleran la descomposición de una sociedad sumergida en el consumismo.
Para nadie es nuevo como producen dinámicas de dominación en las relaciones sociales entre los individuos, a través de las “realidades” que construyen ubicando la posición que juega cada sujeto en el escenario. Es la representación que hace el medio y da a conocer de la supuesta “realidad”. Uno de los ejemplos más claros es el clásico actor o actriz de piel oscura que siempre resulta ser el personaje asociado a la maldad, violencia y crueldad, o el indígena que sólo es incluido cuando se necesita un chamán o brujo en las telenovelas.
Es claro como los medios de comunicación privados, lejos de ser un aparato al servicio de las necesidades del pueblo, son una máquina comercializadora de sentimientos, noticias, productos, en el que el esfuerzo del día a día beneficia a un pequeño sector de la sociedad venezolana, que no admite regulación de ningún tipo por parte de los verdaderos dueños del espectro: los usuarios.
Esta propia naturaleza los orienta a una práctica política de autodefensa de su estatus.
¿Cómo lo logran?
Empleando su poder para quitarse de encima todo posible control de regulación, lo que consiguen saliéndose de la función de alienadores de conciencias y entrando, de manera más directa, en la confrontación política. Es decir, cambiando su “labor” dentro del sistema y tomando posiciones de un partido político insurreccional.
Empleando su poder para quitarse de encima todo posible control de regulación, lo que consiguen saliéndose de la función de alienadores de conciencias y entrando, de manera más directa, en la confrontación política. Es decir, cambiando su “labor” dentro del sistema y tomando posiciones de un partido político insurreccional.
Esta lucha por mostrar la realidad desde su concepción y visión ha ido saltando las barreras de lo que significa la ética periodística, dejando entrever la línea política de la empresa al transmitir los hechos. Por ejemplo: en el programa matutino de La Entrevista, Miguel Ángel Rodríguez cuando se refirió al número de delitos registrados en Venezuela, el cual sumaba 219 mil, el periodista lo anunció, en repetidas veces y de manera sensacionalista, como “219 mil homicidios efectuados en Venezuela”. He aquí una pequeña muestra de las mentiras profesadas por el canal RCTV.
Ante este escenario, en la Universidad ha tomado fuerza el debate. Nuestra élite académica y su coro conformado por muchos estudiantes han tomado partido en la defensa de RCTV. Se creen dignos moralmente para defender la libertad de expresión e información, pero su práctica demuestra lo contrario. Nosotros creemos que si decidimos defender la libertad expresión con tanta vehemencia, deberíamos también luchar en nuestra casa de estudios en donde los medios de comunicación están monopolizados por las autoridades, donde el Consejo Universitario tiene una ínfima participación estudiantil y nula participación de los obreros y empleados, lo que niega la libertad de información y expresión de estos sectores, entre otros casos que pudiéramos citar.
Ante todo lo planteado:
Reforzamos la necesidad de replantear los espacios comunicacionales, introduciendo al pueblo en las dinámicas de transformación de los medios como aparatos educadores.
Apoyamos la democratización de los medios de comunicación, sólo así obtendremos medios al servicio de las necesidades de la mayoría y no de pequeños grupos de poder.
Apoyamos la medida legal efectuada por el Estado para acabar con la difusión de antivalores perjudiciales para la sociedad.
Apoyamos la concepción de un medio que reconozca la diversidad étnica y cultural que nos identifica como pueblo y, en consecuencia, la apertura de espacios para su expresión.
Apoyamos la decisión de NO RENOVAR LA CONCESIÓN a un medio que se opone a las prácticas democráticas mencionadas.
¡Que viva la comunicación en manos del poder creador del pueblo!
Asamblea de Estudiantes Socialistas